No es un yanqui en la Corte del Rey Arturo como en la ficticia transmigración escrita por Mark Twain. Hace sólo unas décadas era aún menos imaginable que eso: estamos ante un Papa en la Corte de la Reina Isabel. Otra ventana abierta a la unidad de los cristianos, que permitirá ver, entre la densa niebla intelectual de Europa, modelos de sensatez y coherencia. Por ejemplo el de John Henry Newman, que será beatificado en Birmingham por el Papa el domingo. Remar contra corriente en la búsqueda de lo verdadero y hacerlo con libertad de conciencia es algo épico ahora, como lo era en el ambiente anglicano del Oxford de mediados del siglo XIX. No rindió su mente y acabó abrazando la fe y la liturgia católicas. Nombrado cardenal a los 88 años, a su muerte el Cork Examiner afirmó: «El cardenal Newman desciende a la tumba mientras le rinden homenaje personas de todo credo y de toda condición social porque es reconocido por todos como el hombre justo convertido en santo”. Sobre esa tumba, una lápida y un epitafio: “Ex umbris et imagínibus in veritatem”, es decir, pasó de las sombras y las imágenes a la verdad. ¿No describen estas palabras de resonante desafío la diaria transmutación, el trabajo honesto de periodistas, comunicadores e intelectuales?
Cardenal Newman
13
septiembre
2010