Copio de La Vanguardia: “Una estampa del fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer, introducida en el sobre electoral de un votante de ERC, ha acabado provocando que la formación independentista se haya quedado a un voto de conseguir representación en el Ayuntamiento de Girona…(La Junta Central Electoral) ha considerado que «un voto que incluya una estampa religiosa no puede considerarse válido ya que la introducción de un elemento de estas características es completamente ajeno al proceso electoral y es muy cuestionable su inserción no voluntaria”.
Hasta aquí la noticia. Mi católica y augusta esposa dice que «eso es un enigma”. La mayor de mis hijas piensa que “no puede ser”. La más pequeña se encoge de hombros y se ríe diciendo: “¡alguien con mucha esperanza!”(¿?). Yo – ante tan cualificada mayoría – me remito a la realidad fáctica: en el recuento de votos de Gerona apareció una estampa del santo del trabajo ordinario junto con una papeleta de ERC.
Independientemente de que tiene su gracia –no me lo negarán – que la muy laicista formación catalana defienda con fe y fervor la “santidad” democrática de una papeleta acompañada de la efigie de un santo aragonés, al analista de la comunicación social lo que le interesa es desentrañar el enigma y explicar que no sólo es posible y probable, sino que además tiene explicación. Más bien tiene diez explicaciones:
1.- El votante, partidario electoral de la formación independentista, deseaba que se operase el milagro y ERC obtuviera hasta 3 concejales.
2.- El votante, adversario electoral de la formación independentista, quería que se operase el milagro en sentido contrario a la hipótesis 1 y ERC no llegase al 5% necesario para obtener representación en esa circunscripción.
3.- El votante, admirador del santo, pensó que era una forma de comunicación y propagación de su devoción. Al menos lo verían los miembros de la Mesa, pensó. El asunto, sin embargo, se le ha escapado de las manos y lo sabe toda España y gran parte de Roma.
4.- El votante militante – quizás cargo electo – de ERC imploraba de manera tan singular el perdón del cielo por alguna fechoría menor o alguna chusca burla de la religión por parte de sus superiores.
5.- El sobre fue depositado en la urna por un “indignado” y constituía, a su juicio, una eficaz forma de protesta uniendo lo alejado y clamando, en fin, sobre lo chalados que estamos para tres días que vamos a vivir.
6.- Una buena madre lo metió en el bolsillo de su hijo-votante con la intención de que éste, a quien tenía por alma descarriada, recibiera el buen influjo del santo. El votante no se dio cuenta y metió papeleta y voto en el sobre.
7.- La estampa se introdujo sola en el sobre por el impulso del Viento. Ya sabemos que el Viento es el dueño de la tierra (y, supongo, de todo lo que la habita).
8.- Un votante de Unió Democrática de Cataluña utilizó la cabina de votación. Mientras meditaba su voto, sacó la estampa para pedir luces y actuar con acierto y la depositó de modo distraído en el montón de ERC, olvidándosela al salir. El siguiente en entrar en la cabina fue el de ERC, que sin advertirlo – o pensando que era parte de la papeleta – , no se lo pensó dos veces y cogió estampa más voto y ambos acabaron en el sobre.
9.- Nunca hubo una papeleta con estampa en la urna. La estampa se unió accidentalmente al caérsele al miembro de la mesa que abría el sobre y todos pensaron que había salido del sobre.
10.- El Cielo tiene sentido del humor y dejó ese regalo para advertir que, como decía san Josemaría (que nunca hizo otra cosa que hablar de Dios) “todo eso, que te preocupa de momento, importa más o menos.- Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves”.
José Ángel Domínguez Calatayud