Motivación: empiezas en mí

Puede ser porque Italia, que está celebrando el ciento cincuenta aniversario desde su unificación, lleva más gobiernos que años. Puede ser porque en ella están más acostumbrados que otros a pasar buenos y malos momentos. Podríamos decir que incluso muy buenos y muy malos. Sea por lo que sea, pero apenas se oye hablar de cómo está enfrentando la crisis económica. Un tejido empresarial innovador, diversificado y pleno de tesón constituye una parte de la sociedad que está sosteniendo una gran lucha para crecer. Hemos visto un turismo atendido con profesional eficiencia y una pujanza de las exportaciones que permite maniobrar a esta sociedad entre ambiciosa y vanidosa – “lo que más nos molesta de los soberbios es cuando tienen razón” -,  me decían  el otro día.

Al frente de los empresarios de la poderosísima “Confindustria” (la Patronal)  se encuentra una enérgica Emma Marcegagalia,  que reunió a dos mil de ellos en lo que Il Corriere de la Sera calificó como “Gli «indignati» di Treviso, industriali in marcia”.

Y es que en la reunión empresarial se han dicho muchas cosas. Por ejemplo estas palabras de la presidenta Marcegaglia: «non manifestiamo contro qualcuno ma vogliamo ricordare che esiste un’ Italia capace di camminare sulle proprie gambe”. Resalta el desprecio con el que mira a las contaminaciones de corrupción, al rastro podrido de los manejos ilícitos del poder, mientras mira hacia adelante, para decir con Max Weber que existe “un deber moral de dar testimonio público” («dovere morale di fare testimonianza pubblica«) – y añade “incluso fuera de la empresa” («anche fuori dalle nostre imprese«). Asombra que nos asombre una líder hablando de “deber moral”, pero si hacemos justicia a la verdad, la motivación empieza en uno mismo y en principios no cambiantes.

No tengo datos sobre el porcentaje de actividad económica que depende del sector público, pero tiene toda la pinta de que no es el de mi querida España y, ni de lejos, el de mi querida Andalucía.

Para concluir:

Primero: tenemos, claro que sí, posibilidades para salir adelante que están relacionadas con la innovación en moda, ingeniería, turismo y contenidos comunicativos (redes, audio, vídeo, Cultural Visual y prensa) y en el sector agroalimentario… incluso a prueba de “pepinazos”.

Segundo: Los estudios de diagnóstico sobre nuestra realidad deben incluir procesos de integración y motivación de decenas de miles de titulados.

Tercero: La sociedad o es “civil” o no es: lo que toca ahora es civilizar nichos de crecimiento más humano, más capaces de la convivencia y sin depender abusivamente del sector público.

Cuarto: Un paradigma de liderazgo se está imponiendo como necesidad: emerge una oportunidad inigualable para cerrar un ciclo de vacíos llenos de nada, para recuperar virtudes cívicas que den consistencia para la acción a tanto joven: la educación en la excelencia; huir de la mediocridad; imaginar y poner en marcha empresas que empiezan pequeñas pero que crecerán; y un proyecto nacional serio pilotado por personas de confianza, que mire a largo plazo y a anchos mundos. Bendito gol de Iniesta en Sudáfrica, de acuerdo, pero ¿Por qué quedarnos ahí?

Antes de decir «Arrivederci” a esta Roma actual recuerdo cuatro virtudes de la Roma Antigua, que tienen actualidad y esencia de motivación para el propio caminar diario: Auctoritas, Dignitas, Veritas et Industria (trabajo esforzado).

José Ángel Domínguez Calatayud

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