Dior by Marc Jacobs

También podría haber titulado esta colaboración “Dior: la maldición de un dios menor”. Cuando se cumplen 10 años del  lanzamiento de su segunda aventura – Marc by Marc Jacobs – el diseñador neoyorquino, actual director de la colección Louis Vuitton, puede llegar a ser quien se haga cargo de la sede dejada vacante por John Galliano tras su trifulca antisemita. Así lo ha revelado Woman’s Wear Daily, la prestigiosa publicación americana de moda.

Jacobs fundó su propia marca hace 25 años. Dese entonces tiene una brillante trayectoria profesional en la moda, que incluye el premio del Consejo Americano de Diseñadores de Moda. Tambien ganó el premio Perry Ellis, siendo el diseñador más joven en obtenerlo.

En Maison Dior, en el puente de mando de la más distinguida marca francesa, que ocupó en primer lugar su fundador Christian Dior, se han sucedido estrellas resplandecientes como Yves Saint Laurent y Gianfranco Ferre, que hicieron, precisamente, la carrera inversa a la de Jacobs, es decir, tras ser encumbrados en ella se establecieron con sus propias firmas. Y alcanzaron fama, renombre y prestigio en el diseño del lujo.

Marc Jacobs puede ser quien recupere el terreno perdido para Dior, que a duras penas ha podido sacar en los últimos shows algo más que una colección de circunstancias. Ya dijo entonces el director ejecutivo de Dior, Sidney Toledano, que encontrar un nuevo director de diseño no sería tarea fácil y que costaría meses. En las anteúltimas ediciones pudimos ver poca cosa inspirada entre los asimétricos drapeados de gasas y oblicuas líneas de gran ligereza. También un tres piezas que evoca una escultura deconstruida de Dubuffet. Con todo es de resaltar, como lo hace HOLA (página 136 de su Extraordinario de agosto) que al final de la presentación de sus propuestas del próximo otoño-invierno salieran a escena, con sus batas blancas los cerca de cuarenta artesanos que desde el backstage hacen posible estas creaciones. Honor al sacrificio y la interpretación creativa.

 

Ahora, si se cumplen los vaticinios y Marc Jacobs se erige en director de esas orquesta, tendremos que contemplar hasta qué punto este aire del oeste resulta energizante para la mítica firma parisina, hoy, como casi todo el lujo, en manos de Bernard Arnault que preside el más chic de los conglomerados: LVHM.

El mercado de la Alta Costura es un exclusivísimo coto donde toda la clientela no supera el millar de ricos y famosos, como me decía en una noche sevillana Covadonga O’Shea, presidenta del ISEM Fashion Business School. Sí, pero  desde ese difícil vértice de lo superior es desde donde nos llueven a las comunes mortales las líneas de complementos que nos fascinan, los colores que apetecemos, los aromas que respiramos y, muchas veces, los sueños que soñamos.

Vamos a esperar, es una forma de hablar, que Aglaya, la mitológica y veleidosa Gracia griega hija de Zeus y de la Oceánide Eurínome, se deje de caprichos y podamos ver un Marc Jacobs que ostenta la medalla de la Legión de Honor lejos de lo grunge, afirmación de su entonces juventud que ya le valió una sonada pitada y la ruina de su colección 1992 para Perry Ellis, de donde salió despedido. Pecados de juventud, acaso.

¿Quién ha dicho que sobrevivir en la bienoliente selva de Haute Couture tiene que ser fácil?

 

 

 

 

 

Olga Gil Rubio para José Ángel Domínguez Calatayud

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