Si entre una decisión basada en principios universales, tomada en conciencia y su perfecta ejecución no hay fracturas estamos ante una conducta íntegra.
En los cuestionarios que se pasan a empleados y ciudadanos para la valoración de líderes empresariales, la integridad es la virtud que figura en cabeza en muchos de ellos. ¿Por qué?
Se me ocurren, a modo de respuesta cuatro notas casi visibles en líderes íntegros high-top:
1.- Fiabilidad. Un líder íntegro es alguien que inspira la honda convicción de que el resultado de su palabra se cumplirá en todo de lo que dependa de esa palabra. No encontremos en él la excusa de la impreparación o la debilidad. De su boca no saldrá un “pensé qué” o “creí que”. Ese derecho a ser tenido por fiable tiene la contrapartida en el deber de ser profundo y concienzudo en el preparar, prudente en el actuar y perseverante en el rematar.
2.- Seguridad: como consecuencia de los anterior se produce una oxigenación de las relaciones en la empresa o en el grupo de que se trate, que, sabiendo cómo responde su líder, no tiene miedo de actuar emulándole y realiza su trabajo sin tener que andar entre adivinanzas de por dónde irán las cosas. Esta intuición da una grandeza particular difícilmente imitable a los planes del equipo.
3.- Esperanza: cada día junto a un líder íntegro es un amanecer que anida multitud de posibilidades positivas. Junto a él, junto a ella, se puede afirmar, como decía mi maestro José María Martínez Doral: “La esperanza dice todo terminará bien. Es más: dice yo mismo terminaré bien”.
3.- Regeneración: cuando trabajas con líderes de primer nivel (bendición con la que Dios me ha favorecido muchas veces), sientes lo poco que importan tus errores sí los expones con sencillez y haces planes concretos para evitarlos en el futuro. Con líderes íntegros no es difícil sentir la fuerza para cambiar rumbos y empeñar energías en rediseñar proyectos o rehacer sendas. Suelen los líderes íntegros tener generosidad y alegría, dos principios universales imprescindibles cuando hay que abandonar un barco ruinoso y construir el que te llevará al nuevo horizonte que se revela como necesario.
José Ángel Domínguez Calatayud