Imagen Pública e interior

Esta tarde en el programa Líderes de Fran García Cabello en Gestiona Radio hacía yo la siguiente reflexión, que transcribo más abajo para los lectores de este blog que no siguen esa emisión:

No deberíamos dejar de lado que nuestra forma de vestir dice de nosotros más que nuestro carnet de identidad”. Así terminaba días atrás Covadonga O´Shea un artículo firmado en sindicatdepares.com con el título “¿Qué estándares de moda y buen gusto trasladamos a nuestros hijos?”.

La periodista vasca, presidenta del ISEM Fashion Business School, líder en el mundo de la moda desvela en su texto que los modelos sociales tienen que ver con lo que llevan en su corazón y en su inteligencia: nuestro propio interior se manifiesta en cómo vestimos y, añado yo, en cómo nos expresamos.

Desde el otro lado, es a partir de nuestra indumentaria, de nuestros gestos y del lenguaje corporal desde donde nace en los demás la imagen que de nosotros se forjan antes y como más intensidad que de los discursos.

Hoy, casi en campaña electoral, los gabinetes de comunicación que orientan a los partidos están que arden escribiendo eslóganes; otros componiendo video ataques y frasecitas. Lo mismo en las grandes corporaciones con sus CEO o directores generales, en su momento.

Pero, no veo tanta intensidad para consolidar el interior de esos líderes, quizás porque ellos mismos no se dejan. Pienso que sería un acierto actuar con el criterio firme de que la persona es el mensaje.

Del mensaje es el medio de MacLuhan debemos dar el salto a la persona es el mensaje. Un mensaje que se proyecta más cuanto mayor es la responsabilidad y visibilidad pública del líder. De ahí nace la reputación. Y ¡ojo! Ojo con querer dar gato por liebre, porque los públicos, que ahora son mercados, son extraordinariamente hábiles para detectar al impostor.

Entre los ocho tipos de inteligencia que figuran en la clasificación de Howard Gardner, Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales 2011, hay una en la que siempre conviene que cada uno de nosotros, líderes de la economía y la empresa, profundicemos, y esa es la intrainteligencia. Antes de abrir la boca tendremos que preguntarnos. ¿Cómo ando de coherencia y de apertura? ¿Reconozco los éxitos de mis colaboradores? ¿Asumo mi parte en sus fracasos? Con un pequeño puñado de líderes en esta categoría de personas no harán falta ni fondos de rescate.

José Ángel Domínguez Calatayud


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