Semana de Tendencias Valiosas

Esta semana he estado maravillosamente ocupado preparando y luego participando en un encuentro con directivos de una importante institución educativa. Durante dos jornadas hemos reflexionado juntos en unas ideas que propuse agrupar bajo el título “Crear Tendencias Valiosas”.

Después de esas dos jornadas con gente preparada, joven y entusiasta quedamos convencidos de que la suya es una profesión “infectada” de abnegación.

Por eso, los minutos que pasamos dando vueltas a los conocidos “Círculo de Preocupación” y “Circulo de Influencia” de Stephen R. Covey sirvieron a cada una y a cada uno para fijarse metas exigentes, pero alcanzables, que fecundan en nuestro interior más profundo y se concretan en acciones, ampliando influencia en ambientes variados. Internet, los nuevos Estilos y las instituciones y movimientos con carácter de Vitales Emergentes están esperándonos. Están esperando nuestra esperanza.

Salíamos, pues, así de eufóricos, cuando el jarro de agua fría de los 4.978.300 parados en España (EPA Tercer Trimestre 2011) helaba los recodos del corazón. No por temida el agua fría es menos fría o menos desagradable. El dato, por otro lado, se quedaba en inerte aritmética comparado con los testimonios del telediario: eran personas que han perdido el trabajo, que no lo encuentran desde hace dos años, que tienen todos sus miembros inactivos o que, por su edad (54), están convencidos de que no hay salida.
Sin embargo, la salida – que existe para cada uno y para todos – no está en una estéril deambular por el “Círculo de Preocupación”, ese en donde se levantan todos los problemas sobre los que no tenemos ninguna capacidad de actuación y que, a fuerza de llenarlo con nuestros suspiros, achican y debilitan el “Círculo de Influencia”. “Éste es mi campo concreto” – deberíamos decirnos con fuerza, haciendo incluso violencia a nuestra memoria y a nuestra imaginación- . “Este es mi lugar: desde aquí empiezo ahora (¡Sí: nuevamente ahora!) a arreglar mi mundo”.

El lugar más central de cualquier círculo de influencia es el reino de nuestro corazón, donde anidan – si busco en silencio las encontraré –todas las fuerzas necesarias y los recursos para organizar mi próxima acción de influencia.

Por la noche se me cerraban los ojos con  la novela “El Jardín olvidado” («The Forgotten GardenKate Morton), cuando al comienzo de su página 460 me los abrió está rotunda frase en la que Cassandra se felicita por la vida de Ruby: “organizas la vida con lo que tienes no con lo que te falta”.

Solemos lamentar cosas que echamos de menos, sin tener en cuenta que el principio del gozo reside en el potencial de renovar la vida, de buscar el reino de verdad que late debajo de la piel.

Si se persigue sinceramente esa renovación del entusiasmo por la verdad, se recuperará el optimismo propio de la actitud sapiencial, que intenta descifrar los enigmas que laten en el núcleo inteligible de la realidad, rechazando la actitud de permanecer en la superficie de las cuestiones”.

Esta cita me confortaba esta tarde: está tomada del discurso que el Gran Canciller, Mons. Javier Echevarría, pronunciaba, también esta semana, durante la investidura de Doctores Honoris Causa celebrada en la Universidad de Navarra.

 

 

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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