El pez rápido se come al lento

Era invierno en París. En un hotel de la capital francesa asistía yo a una convención anual de una gran multinacional. Iba solo en ese momento. Cojo el ascensor y, a punto de cerrarse las puertas, entra el entonces número dos de Renault, Pierre-Alain De Smedt. Después de los saludos – Bon jour, monsieur– me hace una inesperada confidencia, y me adelanta antes de que se haga público, que llegaba justo de tiempo, porque acababa de firmar un gran compromiso para una plataforma común en materia informática. Algo entonces esencial para coger distancia a la competencia. Luego añadió, sin dejar de sonreir: “Ha tenido que ser una decisión veloz: antes, en el mundo de los negocios, el pez grande se comía al chico; ahora el pez rápido se come al lento”. Y se despidió a llegar al nuestra planta con su imperturbable cordialidad de siempre tan atractiva.

Muchas veces me ha venido el recuerdo de este ocasional encuentro y siempre cuando veo que en mí, o en personas de las que se espera un actuación decidida, faltan reflejos y se pierden oportunidades.

Mientras escribo estas líneas, los diarios digitales y las pantallas de seguimiento de los índices económicos echan humo. España, absorbida por un sumidero de incertidumbre roza sus peores datos: la prima de riesgo está en máximos, tiene que colocar 3.500 millones de Deuda Pública y a la Bolsa le someten a la tortura asfixiante de la piscina bajista.

Este otoño no está hecho para histéricos ni para mareadores de perdiz. Los líderes no deben dejarse llevar por el pánico de los pusilánimes. Pero alguien habrá en el timón que diga voy contra esta ola de cara y con todas mis toneladas. Pero alguien habrá en el estado mayor que señale las probables siembras de minas, los bajíos, el potencial propio y las mejores opciones de esta armada. No es un dogma que tengamos que hundirnos.

Es verdad que no se maniobra una flota como una chalupa. Tan verdad como que si actuamos con competencia, decisión, coraje y reactividad podremos encontrarnos al otro lado de la ventaja. Esa ventaja que da el trabajo bien hecho con reflejos.

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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