Golf y vida diaria (13. Sólido y fluido)

Mi profesor de golf me ha sintetizado cómo quiere que sea mi swing para mejorar rápidamente y caminar por la cumbre: “sólido y fluido”, me ha dicho y se ha quedado tan fresco. Me he quedado mirándole con cierta perplejidad y mis cejas enarcadas. “Sí: sólido y fluido”, ha repetido como quien afirma una obviedad. El estado de los materiales nunca fue un tema que yo dominase en clases de física y química. Pero estoy prácticamente seguro de que ambos estados no pueden darse de manera simultánea en un mismo objeto . O es sólido o es fluido, pero no los dos estados a la vez.

Cuando ha terminado la clase, como ya sabemos que la vida imita al golf, he pensado a que se parecía esta figura. Y, estando como estamos en jornada post electoral, me ha venido a la cabeza el consejo que algunos venían dando esta mañana al ganador de las elecciones en España, que lo ha sido de manera muy abultada, con 10 escaños sobre la cifra que marca la mayoría absoluta. Esta mayoría le permite salir airoso de cuantas votaciones se produzcan en el parlamento, porque tiene una mayoría sólida. No obstante estos consejeros de tertulia, le conminaban a actuar acomodando su discurso y sus acciones al recipiente de las minorías – algunas muy cualificadas en su territorio – de modo que puedan sus decisiones ser mejor recibidas, pues así iban a fluir de modo aceptable hasta esos grupos y otros grupos informales de ciudadanos. Claramente estos consejeros eran partidarios de una política líquida. Por tanto el presidente electo tiene que comportarse sólido y fluido.

Suena a contradicción. Lo que me ha traído hasta la segunda idea: durante mis años en una empresa multinacional compleja, el director francés de turno, cuando se le hacía ver la inconveniencia de imponer una medida exactamente opuesta a la política recién explicada la semana anterior a toda la línea jerárquica, se encogía de hombres y profería aquello de que “Il faut gérer la contradiction”. Es decir un management sólido y fluido.

Esto se aplica en el golf desde el tiempo en que los escoceses dieron los primeros balbuceos con el palo en la mano apartando ovejas. El swing no es el baile de cisne, ni un jugador debe moverse como la interprete que encarna a Clara en el “El Cascanueces” de Tschaikowski sobre el escenario del Teatro Bolshoi. Un stance sólido, un gesto compacto en el back swing con las muñecas firmes y la vista de hielo rocoso en la bola, para, sin deshacer ese concepto, girar hasta que la cabeza del palo alcance la bola en un movimiento de armoniosa fluidez que se deslía en una finish position como un escorzo rítmico. Fácil de contar y muy difícil de ejecutar siempre bien.

Suerte al próximo presidente español. Suerte a los empresarios y profesionales para mantener una actuación sólida y fluida que garantice las metas realistas sin comprometer los objetivos idealistas.

 

 

 

 

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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