No con R de Rajoy, ni de Rubalcaba. Ni siquiera la doble R de Rodrigo Rato o de Rolls Royce. Se escribe reputación con R de Reconocimiento público, de Renacer en la agenda de tus públicos objetivos, de Rearmar tus valores para ser apreciado por lo que aparentas, con la simple condición de que ellos descubran que lo que aparentas es lo que eres y mereces la pena.
El barrio será tuyo, cuando tú seas del barrio. El vecindario –también el virtual que está pegado a ti en esta hipertertulia de Facebook y Twitter – te sentirá propio cuando tú te aceptes como miembro activo de esa comunidad, y escuches su respirar, sin darle la razón como a los locos o a los familiares que ni ves, sumergida la mente en tu tablet, en tu smart o en tu indiferencia.
Reputación es la síntesis del reconocimiento social en ti de los valores que la sociedad desea en ella.
Hace 4000 millones de años, cuando colapsaban gases en planetas para crear nuestro sistema solar en esta galaxia, Júpiter no estaba invitado, al menos no lo estaba para formar parte entre los grandes planetas. Según nos cuenta David Nesvomy del Instituto de Investigación Southwest y leo en Hechos de Hoy, Júpiter dio un salto para colarse en la fiesta entre Marte y Saturno evitando su choque y provocando la expulsión de otro gran planeta que anda en oscuro e incierto viaje galáctico por el espacio sin sol que lo caliente. “I was borne under a wandering star”, canta Júpiter gozoso con la ronca voz de Lee Marvin en la película “La leyenda de la ciudad sin nombre”, sintiendo el reconocimiento de su prestigio en este sistema solar que nos sostiene en vida. Sí, yo también nací bajo los designios de una estrella errante.
Más cerca del tiempo que vivimos, la reputación es objeto de deseo, incluso por los que no son capaces de nombrar correctamente esta palabra. El vecindario hoy es el mundo si tienes una asociación. El barrio se llama Twitter si quieres ser presidente de tu país. La plaza pública donde se levanta tu casa (tu nombre, tu liderazgo, la supervivencia de tu negocio) se llama internet y está llena de voces capaces de alzarte donde las águilas o de expulsarte del sistema solar como un planeta molesto para que vagues por espacios fríos. Eso se hace con gestión de la reputación. Pero hay que moverse con acierto y rapidez: “Existe un problema con esta idea en general. Cambios lentos en la órbita de Júpiter hubiesen creado potencia en las órbitas de otros objetos más pequeños, lo que provocaría una colisión entre la Tierra y Marte o con Venus”, dice Nesvomy.
Reputación también se escribe con R de respeto. “No quiero ser alemán, vivimos mejor que ellos”. No sé si es verdad que vivamos mejor que ellos, lo cierto es que debemos más que ellos y se lo debemos a ellos, en buena parte. La frase, proferida a ABC (14/11/2011, última página) por un director general del actual gobierno español, pone el dedo en una llaga de nuestra reputación – buena vida, despilfarro – a la que los creadores de opinión tienen una especial alergia.
Reputación se escribe con R de responsabilidad. Quizás por eso este titular de El Confidencial Digital: “Vasile en persona frenó el intento de ‘La Noria’ de emitir un especial en respuesta a las críticas por la entrevista a la madre de El Cuco. La idea era denunciar la hipocresía de otras cadenas”. Es público que el programa citado ha perdido la práctica totalidad de sus anunciantes, que no querían ver su reputación dañada por dar apoyo a una emisión muy rechazada por los públicos.
Reputación se escribe con R de realismo, trabajando de adentro hacia afuera con principios de sabiduría y naturaleza muy prácticos como el de amar antes de reclamar ser amado. O decir la verdad.
José Ángel Domínguez Calatayud