75 aniversario de un solitario

Se cumplen hoy setenta cinco años del fallecimiento de este bilbaíno, intelectual, escritor, agonista y rector de la Universidad de Salamanca. Me he enterado de la efemérides, no por mi sapiencia, que no hay, sino al verme sorprendido esta mañana en mi lectura de prensa por una esquela que, junto a otras que notificaban el deceso de otros ciudadanos, resaltaba no por su dimensión sino por la talla del personaje y la seguridad de bachiller que confirmaba que este autor no acaba de morir: lo hizo – le ocurrió – hace décadas.

La biografía de Miguel Unamuno es la declaración de independencia del hombre y su derecho – deber, desde que se da cuenta de que existe – de buscar la verdad. Esta búsqueda no le garantiza descubrirla, pero en ella se encuentra él a sí mismo.

Esto puede explicar sus vaivenes ideológicos, sus zozobras y variadas adscripciones y,  también sus seguridades – soy español –  y lo que podríamos calificar su rocoso estilo.

En fin, no es un blog, espacio apto para las clases de literatura. Mi oficio de comunicador (y mi idéntico españolismo bilbaíno, no lo niego) me acercan al personaje del que, transmitida por mi venerado padre y sin saberlo, llevo en mi lenguaje algunas muletillas.

Sobre la comunicación como medio me parece un acierto de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y la Fundación Ortega-Marañón insertar este obituario como reclamo para conferencia que, en honor de D. Miguel, convocan para el próximo 26 enero en “la sede de esta última”. Es un acierto, pues es sabido que, sobre todo a partir de cierta edad, la sección de necrológicas es una de las más consultadas. Y también, que al hacerlo así permite una estructura visual, conocida por el lector, confortable de atender y rápida para hacerse con el contenido y su fuerza narrativa. En tres palabras: una esquela impone.

No digo que yo vaya a anunciar mis conferencias con una esquela, que a la mejor de todas las esposas puede darle un patatús. Pero sí está bien, siempre que se haga con seriedad y gusto, para anunciar póstumos y más como es el caso, si se acompaña de una cita sabia, en este caso de Ortega y Gasset: “La voz de Unamuno sonaba sin parar en los ámbitos de España de hace un cuarto de siglo. Al cesar para siempre, temo que padezca nuestro país una era de atroz silencio”.

Sobre la comunicación como acto de completo, echo en falta la cruz en lo  alto de la esquela, tan propia de estos insertos, y que le daría verosimilitud. Si es por respeto, lo entiendo Sabida es la controversia de Unamuno con la Iglesia; mejor, con un concepto determinado de iglesia y con la actitud de algunos católicos oficiales. Tan sabida como su añoranza de Cristo y de la vivencia de su mensaje. Eso por lo que toca a mi paisano. Y por los convocantes, seguro que a sus respectivos referentes Menéndez Pelayo, Marañón y Ortega no les iba a molestar verse coronados en un texto por el signo del amor indefectible. Comunicar es un modo de amar, porque es una manera de compartir.

 

 

 

 

 

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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