Travesía interior de Sandra

Sandra es una joven madre de tres niñitos muy chicos. Estaba, en la puerta de Mercadona pidiendo limosna con el más pequeño, Juanito, colgado a la espalda liado en una prenda, como había hecho tantas veces con los otros mientras recogía cocoa (cacao) en su Nigeria natal.

Apenas habla español, así que lo de Nigeria ha costado decirlo “un error y nuevo ensayo”, pues cuando le pregunté de dónde venía, sus asustados ojos abiertos y su dedo señalaban al otro lado del río, hacía el Oeste.

Impone la mirada de Sandra y el saber lo que habrá pasado para tener que dejar de hablar yòrubá y aprender castellano; lo que habrá tenido que sufrir para ponerse en marcha hacia ese continente de promesas- o de necesidad- llamado Europa.

«.- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?».- Otra vez la mirada penetrante interpela a la mía, recelosa, abierta de susto y temor, pues piensa que le pregunto sobre el tiempo que lleva pidiendo en esa puerta de Mercadona.

«.- Cinco meses» – responde con todos los dedos de la mano cuando le aclaro que le pregunto sobre el día de su llegada a nuestras costas.

Ahora ya sonríe y he podido ver su limpia sonrisa blanca sobre el chocolate a la taza de su rostro. Juanito, me mira con curiosidad y con dos velones que le cuelgan desde la nariz.

Cinco meses en España.; 6500 kms y mes y medio de viaje embaraza de Juanito con otros dos petardos preciosos pegados a su falda, hambrientos o subidos a su espalda comiendo harina hecha torta y algún fruto seco y cocoa. Y los pies descalzos hasta la costa y la travesía de cuatro días y noches en un barcucho donde se hacinan otros treinta. Cada vez las embarcaciones hasta Andalucía parten de más lejos, pues los controles están más cerca.

No tiene papeles, pero no es eso lo que más echa en falta: “él” se quedó en el camino y desde entonces todos los caminos son largos y las esperas anchas como su sonrisa.

«.- ¿Sabes?– me dice- todos me pregunta por el barco y por los males de ese viaje al mar y a otra tierra. Pero hay otro viaje aquí dentro– se señala el corazón – que tiene silencios del que perdí y nuevos días para éste – ahora señala a Juanito – y los otros. Silencios, papi (ese soy yo), y nuevos-días-que-vienen-bien-luego. ¿Cómo llamáis a los nuevos-días-que-vienen-bien-luego?».

«.- Esperanza.- le respondo – Esperanza del bien».

«.- Pues, papi (ese soy yo otra vez), cuando me miraba las manos con rayas (grietas) y mucha, mucha sed en barco; cuando “él” cayó al mar y gritaba para parar, pero el jefe no parar. Cuando lloré tanto y vi las caras de los niños y mi acordar de este (vuelve a señalar a Juanito que me mira) que me daba patadas aquí (señala el vientre), yo decir: Sandra este viaje es solo mitad. Yo tengo que dar otra mitad de viaje en mí ¿Entiendes?».

«.- Hummm».- digo la mar de expresivo.

«.- Una vuelta dentro de mí por mi pasarlo mal ellos y todos no pasarlo mal. Empecé viaje interior al tocar playa. Y mi primera parte del viaje es decirme yo a mi: “Tú, Sandra, no odiarás a jefe y a otros por no dar la vuelta a coger del agua a marido”. Fue difícil. Me dolía aquí dentro, más que sed en garganta y manos frías y temblor de niños; me dolía pero esa parte de viaje está hecha».

«.- Yo no estoy seguro de haber podido ni pensarlo. ¿Tienes más etapas?»

«.- ¿Qué es ‘etapas’?».

«.- ¿Partes de viaje interior?».

«.- Ah!, Sí: Niños no verme llorar. También, niños no verme pedir. Los otros allí (señala al oeste con dos dedos por los dos niños) y Juanito todavía no sabe. Sí no llorar y niños no verme pedir: puedo trabajar. Tengo que trabajar. Y pienso, papi, que viaje interior me está haciendo fuerte: no odio nada, no lloro nada; viajo por dentro de mí y busco hacer bien…como con cocoa».

Todavía me acuerdo de su despedida:

«.- Gracias por tu ‘etapa’ conmigo».-

«.- ¿Cómo dices ‘buen viaje’ en tu idioma?».

«.- O da abo».

«Pues, o da abo. Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo».

«Eku Ayo Keresimesi ati Ọdun Tuntun, papi».

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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