La confianza es un de los ingredientes imprescindibles en la comunicación. Los otros dos son la relevancia y la empatía.
Estos fundamentos se dan de distinta manera según el medio, el emisor y los públicos pero tienen que estar presentes en todo caso desde el reportaje de un semanario hasta el discurso político.
Ganar en confianza es ganar en audiencia, entendida tanto en su dimensión de número de receptores como en el de profundidad y estabilidad de la adhesión.
Escribo este post horas después de escuchar al presidente del gobierno dirigirse a la cúpula de su partido en una comparecencia a la que han tenido acceso las cámaras y los micrófonos de los medios.
Que Mariano Rajoy no es el campeón de los gestos simpáticos y atrayentes no es un secreto. Es tan cordial como un témpano y, como en él, lo que se ve es el diez por ciento de lo que es. No es que oculte el noventa por ciento es que no emerge porque lo retiene la gravedad o, si lo prefieren, la falta de flotabilidad. Su humor, seguramente lo reserva para el juego corto y para cuando haya noticias gratas que narrar.
Que el mundo va mal y España peor es algo tan evidente que hasta el inmisericorde Washington Post se muestra piadoso y reconoce que “budget deemed its most austere in decades”. Los rotativos británicos no son tan amables y parecen escritos por los peores lobos de las agencias de calificación apostando fuerte a la baja. La foto lo dice todo. Este es el mensaje: la austeridad y nadie puede decir que no sea relevante. Pero para cada público es relevante de diferente manera. Los españoles, probablemente esperaban malas noticias y han tenido de las peores. Pero la esperanza tiene, en el discurso escuchado, una parte también ella relevante.
Y es ésta: que la confianza en el futuro se fundamenta en una persona confiable, que mantiene un discurso duro como la verdad a sabiendas que eso le resta apoyos de quienes viven deseosos solo de escuchar que ya escampa y que tampoco atraerá la ayuda de quienes desde la oposición no le han dado ni cien días de tregua: 29M.
Seguramente ese es el capital que en términos de comunicación está gestionando. Pero ese capital se custodia en una caja fuerte a la que le han adosado una bomba de relojería y la cuenta atrás corre.
La confianza es materia de alta volatilidad y el tiempo -los malos resultados – la degrada, si antes no lo hacen los que utilizan la relevancia de la quema de contenedores y la fácil empatía hipócrita de la demagogia y la mala conciencia.
Mi conclusión es que Rajoy no mejorará su empatía hasta que no mejore el contenido de los mensajes que aún le quedan mientras le queden, por participar a sus conciudadanos. ¿Qué llegará antes la mecha o el taconazo extintor?
José Ángel Domínguez Calatayud