Cuidadosa reflexión antes de publicar

Cuando comparta información o contenido como fotografías, vídeos y enlaces a través de los Servicios, debería reflexionar cuidadosamente sobre aquello que está publicando”. Esta es una de las advertencias que, junto a otras observaciones, me hace llegar Twitter como descripción de su Política de Protección de Datos.

En verdad, que muchos de los que se quejan de la información que de ellos hay en la red, tendrían que hacer un ejercicio de introspección para ver cuántos de los datos y fotografías que hoy no quieren ni ver fue allí puesta – colgada, como ropa a secar – por ellos mismos. Si ni siquiera cerramos la puerta de nuestra intimidad sino que compartimos cosas de las que luego nos avergonzamos pocos e infundados serán los argumentos para exigir que se borren.

Pero el “cuidadosamente” que se desliza en la advertencia de la influyente red de internet tiene una segunda posibilidad si la extendemos a la actividad de los escritores, periodista,  humoristas, gente del teatro, el cine y el espectáculo. Cada uno debe “reflexionar cuidadosamente sobre aquellos que está publicando” sobre la vida de otros y de su privacidad.

Hemos visto el daño por el daño. Hemos leído párrafos de cartas y de mails que nunca debieron salir del despacho o del disco duro de su receptor o emisario. Hemos oído confidencias que tenían que permanecer por razón de oficio en la reserva de sus custodios. Y todo eso, en algunos casos reporta mucho dinero a calumniadores y difamadores, pero nada más. En muchos de esos sedicentes reportajes no hay periodismo, hay comadreo; no se da información, se suministra desprecio; los hechos enmascarando la verdad se ofrecen sin matices y ayunos de encuadre.

Tengo la impresión de que la libertad de información no sale fortalecida con esas poco “cuidadosamente reflexionadas” expresiones porque la opinión pública empieza a hartarse de ese plato fuerte, sí, pero poco constructivo y, en tantas ocasiones, pobre en vitaminas morales cuando no directamente venenoso como bazofia en vena.

Por ello vamos a contar verdades que son para contar.

 

 

 

 

 

José Ángel Domínguez Calatayud

 

 

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