No sólo las palabras, también las imágenes y sobre todo los hechos -recordamos a Chesterton – son a veces utilizados para que Vd. no sepa nunca la verdad. No se trata de un juego de palabras ni de un efecto de paranoia conspiratoria, ni de la visión de grandes zapatos en la calle. Se trata de la vida mismas que usted vive, que vivo yo y la llamada sociedad de la información.
¿Quiere ejemplos? Empecemos por Facebook: ¿Cuántos amigos tiene en Facebook? ¿20?, ¿100? ¿500? ¿Mil? ¡¡¿Más de mil?!! Y, dos últimas preguntas ¿Cuántas confidencias ha recibido de ellos o les ha hecho llegar? ¿Sabe dónde estudiaron sin entrar en su perfil? Pues si no conoce algo tan básico sobre la biografía de su amigo y no hay una lágrima confiada o una risa de íntima alegría de los dos toda amistad es una máscara…en este caso mil máscaras. La palabra amigos es un reclamo emocional para denominar genéricos enlaces (¿contactos?) virtuales, que es lo que menos se despacha en relación humana.
Vámonos a Twitter. No le voy a preguntar por los miles de seguidores – decenas de miles cuando los seguidores son réplicas de robots que ni piensan ni padecen – porque deseo fijarme en el término trend topic, que viene siendo traducido por tendencia. ¿Cuántos ¡minutos! fue tendencia ayer Jesús Navas goleador de la Selección Española de Fútbol? ¿Seguirá mañana como tendencia esta que figura hoy #YoEnMiLápidaQuieroQuePonga? Pienso que no, como pienso que eso tiene de tendencia lo que yo de monja de clausura. Se trata nuevamente de una máscara que pretende ocultar la realidad. De hechos estos tags podrán reflejar la tendencia de que no había más tendencia que dejar su rastro efímero, minuto de gloria, que no se obtendría sin esta herramienta de microblogging. Por cierto Twitter ¿Es una red social?
Para los interesados hay un post oportuno en el Blog de Inti Acevedo que nos despeja «10 grandes mitos de Twentti«
Luego se oyen voces criticando las melodiosas composiciones de creadores de opinión y, en especial, políticos porque llaman a las cosas con nombres amablemente crípticos. Esas mismas voces no tienen a veces en cuenta que las simplificaciones las padecemos de continuo en la comunicación y nuestro cerebro digiere sin masticar palabras señuelo.
Palabras que aparecen en nuestras conversaciones, en los telediarios, en cualquier intervención y que a fuerza de pronunciarlas o escucharlas sin peso acabamos haciéndoles el vacío de la riqueza que encierran y perdemos el objetivo: Amigo, tendencia, seguidor, fan, mensaje, altruismo, conversación, branding, consenso, privacidad, decencia, dignidad y honor, por ejemplo.
Por eso podemos abrirnos a nuestro silencio y buscar en el interior lo que la imágenes, los hechos y las palabras tienen que decirnos acerca de la realidad y no de la ficción por muy verosímil que nos la presenten. Sí, hay que trabajarlas, pero las respuestas están en el interior.
José Ángel Domínguez Calatayud