The Washington Post pone sus ojos en una experiencia que se está desarrollando en Barcelona y en otras partes de España: los Bancos de Tiempo. El artículo comienza con el caso de una conferenciante, psícologa, que recibe en pago un cheque que no es de euros sino de tiempo: diez horas con las que podrá cortarse el pelo, recibir clase de yoga o pagar unos arreglos en su casa.
El texto revela que ya están operativos en nuestro país 325 bancos de tiempo que se distribuyen en varias ciudades y que configuran una economía paralela de puro intercambio no monetario, algo más cerca de la economía de trueque que de la desarrollada pero compleja y costosa economía financiera. Evidentemente se trata de operaciones mercantiles más negras que una noche en un pozo y de las que el Ministerio de Hacienda no tiene noticia.
El artículo hace referencia a que esto también está produciéndose en Portugal y Grecia y que surge como reacción ante las incertidumbres domésticas de estas naciones azotadas por la crisis, el desempleo y la marginalidad creciente.
Termina recogiendo unas impresiones del profesor Peter North, profesor de la Universidad de Liverpool y autor de dos libros sobre los scrips, nombre de este tipo de tráfico comercial. Sustenta Mr. North que la tendencia de inmersión comercial es típica de momentos de crisis y desaparece cuando se experimenta un crecimiento en la economía local. También afirma que en el caso de España puede durar más debido a su raíz anclada en el marco de las protestas de lo llamados “indignados”.
Estaremos atentos. Este post lo cotizo en 3 horas netas.
José Ángel Domínguez Calatayud