La ONU ha vuelto a dar otra muestra más de lo conveniente que es cambiar sus estatutos. La paz del mundo lo requiere. Cuando, con palabras de su actual Secretario General, Ban Ki Moon referidas a Siria , “Los actos de brutalidad que están ocurriendo podrían constituir crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra” y no se actúa el debilitamiento de la comunidad internacional – de todos nosotros – se acentúa.
El mal existe y está personalizado. Por eso otras personas y sus instituciones de seguridad y protección deben ejercer la violencia legítima y suficiente para que los derechos básicos de las víctimas reales y potenciales sean salvaguardados. Si la ONU no es capaz de enviar fuerzas de interposición centenares de miles de personas pueden morir o resultar gravemente heridas y a más de dos millones alcanzará el número de desplazados, Internally Displaced Persons (IDPs) en la terminología internacional .
Pero desplazado, como refugiado, es un término dulce, rodeado de burocrático algodón, para denominar la superficie de la actualidad, para no escandalizar a los pusilánimes y no descontentar, ni menos irritar, a los que tienen capacidad de veto en el Consejo de Seguridad. La realidad es pavorosa debajo de la piel. El miedo sin límites, la desolación sin límites, la inseguridad sin fecha de caducidad se adhieren al alma y los ojos arrasados de lágrimas no pueden ver un rayo de luz y esperanza. Los días en Siria, como antes en Libano, Congo o en Kosovo pasan terriblemente veloces y feroces en el lugar del conflicto, pero pisando huevos envueltos en celofán sobre la alfombra de la Sede en Turtley Bay –Manhattan-.
Es más, los análisis de este tipo de actuaciones confirman que para cuando actúan medios de sólo intervención, los resultados perversos irreversibles (matanzas, torturas, masacres y violaciones de personas y derechos fundamentales) son de tal profundidad y naturaleza que destrozan, así mismo, la percepción sobre un futuro recuperable de paz. Las Fuerzas de Reacción Rápida son en estos casos necesarias como garantía de un trato humanitario de todas las partes intervinientes.
Los aplazamientos y, sobre todo el uso del derecho de veto como herramienta de defensa de intereses expúreos y objetivos limitados de hegemonía geoestratégica son, el algunos casos, graves desviaciones del verdadero espíritu de la ONU.
Por ello, insisto, debe ser contemplada seriamente la posibilidad de someter a la Asamblea General una modificación para limitar, al menos en este punto, tal posibilidad bloqueadora.
Nos urge la Paz porque nos urge Siria y la sangre allí derramada.
José Ángel Domínguez Calatayud