1 de Septiembre: cómo volver

Para un gran número de trabajadores por cuenta ajena en España hoy es el primer día después del mes de vacaciones. La composición social de nuestro país otorga a este 1 de septiembre una diferencia de percepción según no fijemos en que contamos con:

1.- 5,6 millones de personas paradas y millón y medio de hogares con todos sus miembros en paro

2.- 8,5 millones de estudiantes (7 millones en infantil, primaria, secundaria y bachillerato y 1,5 en universidades)

3.- 9 millones de pensionistas

4.- 3 millones de funcionarios

5.- 4 millones de amas de casa

6.- 2 millones de trabajadores Autónomos.

¿Cómo es para cada uno este volver desde un agosto veraniego y cómo afrontamos el “curso”?

Es evidente que empezar septiembre se empieza distinto si hay un trabajo que comenzar que si hay un trabajo que buscar.

Pero hay que volver. Es necesario no dejarse llevar, según sea el caso, por la desesperación, por la inercia playera o la pesadumbre de horizontes cerrados, negros y de ángor o constricción angustiosa, que aprieta fuertemente en el corazón, nos atenaza y bloquea, impidiendo siquiera la mínima acción para deshacer la tela de opresión.

Hay que volver. Que no es hacer lo mismo, que es descubrir o ponerse en camino de desvelar la verdad de que somos escritores, directores e interpretes de nuestra propia historia. Esa historia, nueva, novísima, empieza hoy primero de septiembre y lo cierto,  lo único cierto, es que no esta escrita y lo probable, lo único probable, es que si cada uno la escribe desde lo mejor que sabe hacer y lo hace bien no habrá frustración, aunque haya dolor.

Le han arrebatado a nuestra comunidad humana gran parte de los resortes para combatir la buena lucha de paz, de trabajo, de creación y propia elevación. Muchos ya han sucumbido pues sus alas llevaban perdigones de grueso calibre de la superficialidad y el hedonismo y ambos son de vuelo corto y bajo.

Pero hay, claro que lo hay, entre amas de casa, trabajadores, estudiantes, directores de empresa, funcionarios, médicos, profesoras, enfermeras, pensadores, periodistas y víctimas de EREs legiones de buena gente que sólo están necesitando eso, que les señalen dónde hacer perfecto lo que saben hacer de maravilla.

Ni líneas rojas, ni imposibles – que siempre están más lejos – , ni penurias, ni temores. Nada de eso podrá frenarles si lo hacemos posible.

Hay que volver, pero para programar nuevas metas, para hacerlas en el día a día, para cumplirlas desde esta semana y, si no salen a la primera, hay que retener la toalla del quejido y volver a empezar.

Esta mañana saludé a Chari en su quiosco de periódicos; ha recibido ya nueve sesiones de quimio. Su hijo, buen mecánico, que le ha dado un nieto, lleva meses en el paro y atiende cuando le llaman en algún catering, por 80 euros; Las ventas del quiosco han disminuido sensiblemente por los despidos en las oficinas de alrededor y por desviaciones del tráfico de peatones en el área.

La he mirado conmovido: los destrozos físicos del agresivo tratamiento no han hecho mella en la belleza de su mirada que resulta extraordinaria por la luz interior de la aceptación de su enfermedad y de haber tenido que dejar la casa donde ganaba algo para ayudar a este panorama familiar.

.- Vamos a salir de ésta. Vamos a volver- me ha dicho clavando su pupila en mi rostro que no sabe consolar. Quizás no lo quería.

Con el periódico me he pedido un café en el bar de enfrente. Allí su marido había hecho un alto para desayunar.

.- He estado con su mujer – le he soltado.

Silencio y otra mirada.

.- ¿Se lo ha dicho? – me pregunta.

Cuando le he respondido afirmativamente,  ha movido la cabeza arriba y abajo.

.- Vamos a ver… – me dice, y su tono era el de quien no se rinde, con un peso enorme en el alma. Un caballero. He visto un España gallarda y entera en un quiosquero con la edad de espíritu de los que vencen las batallas y arrastran a los menos magnánimos.

A mi me ha arrastrado a esos horizontes de amanecer. Y además me ha pagado el café.

Hay que volver. Septiembre no es un ningún final y de cada uno depende que sea un principio.

 

 

 

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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