Yvonne Blake, from the shelter of my mind

No les voy a negar que me conmueve ver que hay galardones que honran a quienes no buscan ser admirados sino que su trabajo sirva.

Mi primer contacto con esta Designer internacional fue por un evento que promovíamos desde la Fundación Estudios de la Comunicación (FEC), de la que después sería nombrada miembro de su Comité Consultivo.

 

Ella, Yvonne Blake, es así: hemos conocido este miércoles que le ha sido concedido el Premio Nacional de Cinematografía 2012, que otorga el Instituto de Cinematografía y de las Artes Escénicas, adscrito al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

El jurado le concede este premio por “dedicar su actividad profesional al cine español con rigor, elegancia y creatividad, convirtiendo el vestuario en uno de los aspectos más valiosos de las numerosas películas en las que ha participado”.

Quienes hemos trabajado con ella, o hemos podido ver cómo despliega su actividad, podemos confirmar que los tres términos de la concesión son certeros, justos y retratan una vocación al cine bien definida: Yvonne Blake es ella misma rigor, elegancia y creatividad.

Rigor. Ya conté en diciembre pasado (Yvonne Blake, Medalla de Oro) cómo vistió personalmente cada uno de los maniquíes que presentó en una exposición que organizamos en Sevilla la FEC y la Asociación de Amigos de la Moda. Cada boceto, cada prenda, llevaba puntadas de pundonor y de trabajo atento y esforzado hasta el remate. No había nada a medias. No vimos un traje al que no le dedicase el mimo de saber qué representaba y a quien lo presentaba.

Elegancia. Quien ha vestido más de 65 películas; quien tiene cuatro Goyas (‘Remando al viento’ de Gonzalo Suárez; ‘Canción de cuna’ de José Luis Garci; ‘Carmen’ de Vicente Aranda, y ‘El Puente de San Luis Rey’ de Mary McGuckian); quien tiene un Oscar por ‘Nicolás y Alejandra’ de Franklin J. Shaffner y quien lleva una vida de reconocido prestigio profesional entre sus amigos de cine, podría mirar por encima del hombro, no fijarse en otras cosas que en ella misma; pero no es así Yvonne, que a todos escucha, que pasea su sabia prudencia británica, trufada de madrileña noble, allá por donde va. Es un placer intelectual el poder gozar de un rato de tertulia con esta señora de detrás de la escena. Si será elegante que sus trajes lucen lo que su modestia oculta.

Creatividad. Desde la búsqueda personal en Milán, en Estambul o en el fin del mundo de la tela precisa para ese traje de princesa, pasando por los monos dibujados a mano por ella misma en lo amplios pliegos que son sus aliados – y a veces su traición – hasta el ponerse en la piel del personaje encarando a Elisabeth Taylor, a Audrey, a Marlon, a Ava  Gadner o a Sean Connery, esta Designer se estruja las neuronas para satisfacer con traje de Superman (ella es la creadora del traje que surca el firmamento) a un público juvenil o emocionar con el traje de La Abuela en There be Dragons y terminar cogiendo el pellizco en el espírtu de una Carmen.

Déjenme que añada otro valor no expresado por el unánime jurado: la Sencillez. En una película oímos las frases, lloramos con las lágrimas de la protagonista o le tomamos prestada la risa al gag de humor. Pero Yvonne consigue con sus diseños meterse de puntillas en nuestro corazón para hacernos ver lo que no se ve: el espíritu de unos personajes o de una época que los trajes del cine nos describen sin describir, sólo mostrando a los ojos del interior, lo que la emoción artística destila.

Enhorabuena my Lady, y hasta pronto, con esta estrofa de Kathy’s Song (Simon and Garfunkel)

And from the shelter of my mind
Through the window of my eyes
I gaze beyond the rain-drenched streets
To England where my heart lies.

 

 

 

 

José Ángel Domínguez Calatayud

 

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