De forma sintética se denomina “second screen”- segunda pantalla – al fenómeno de acceder a distintas aplicaciones mediante las tablets y smartphones mientras se tiene delante y sintonizada una emisión en el televisor.
La de la televisión sería la primera pantalla (lo es en términos históricos) y los demás “devices” operarían como segunda pantalla.
Se trata de un acontecimiento relativamente reciente y creciente. Reciente en el sentido de estar vinculado al crecimiento y calidad de las terminales transportables tipo tablet o smart. Y creciente porque estudios de hace muy poco (Nielsen, La Moderna) revelan que las salas de estar de paises avanzados (USA, Reino Unido, Alemania, etc.) se pueblan de aparatos que coinciden en espacio y tiempo con la recepción de programas de televisión. Sus usuarios hacen uso de las dos pantallas.
Las preguntas emergen enseguida: ¿son un enemigo de la televisión? ¿Qué futuro se puede vislumbrar?
A la primera cuestión hay que contestar que no. La televisión pervivirá por su capacidad de producción y realización de programas para ver en esa modalidad de expectación. Quienes dirigen las cadenas de televisión conocen los estudios citados y tratan con profesionalidad de acompañarse de esta tendencia. Para ello vinculan la participación de sus públicos en sus programas, precisamente, haciendo uso de esa segunda pantalla. Lo que empezó con simples tuits sobre preferencias acerca de concursantes en un reality show es ya una interactuación e involucración en el modo y orientación de los programas. Por ejemplo en España, igual que en otros países, una serie de RTVE – Isabel – ha incorporado aplicaciones para dar pie al público para expresarse. A mi modo de ver guionistas y responsables de publicidad tienen una oportunidad para no alejarse de sus respectivos públicos.
Hay, en este sentido, experiencias notables como la que describe Territorio Creativo “Coca Cola creó Chok, una aplicación para el mercado de Honk Kong que convirtió a los teléfonos de los usuarios en un mecanismo de recogida de tapones de botellas virtuales. Es otra forma de incentivar a los telespectadores a no sólo mantener su atención en los anuncios, sino en participar activamente en ellos”. (ver completo en http://www.territoriocreativo.es/etc/2012/06/second-screen-1-1-no-son-2.html).
Acerca del futuro hay que decir lo obvio: el futuro ya no es lo que era. El hecho de la multipantalla nace de una realidad anterior y de una cultura occidental que sitúa a los usuarios entre la avidez de novedades y la sensación – sólo la sensación – de dominio: tener un aparato y poder con un click cambiar una situación dada produce una satisfacción que los programadores y los diseñadores de aparatos han conseguido hundir en el nivel de la adicción.
Con estos mimbres, en el cesto de las second screens vemos dos tipos de frutos.
De una lado los que generan una cierta interactuación con lo que sucede en la programación inmediata (votaciones on-line) y lo que sucede en el amplio arco que va desde la idea y el guión de un programa hasta su consolidación como “más visto” o su proyección en un futuro de cultura visual: aquí están los adelantos de informaciones en webs, las contribuciones de los públicos al guión en las propias webs de la cadena, las expresiones de preferencias, las compras directas empleando aplicación “Shazam” o la construcción de redes participativas de los respectivos frikies. Todo esto forma parte de la vida en Second Screen.
Pero, de otro lado, no toda contemplación de otra pantalla mientras sintonizamos una emisora de televisión es partícipe del fenómeno second screen. Debería reservarse esta expresión a las acciones que, empleando un segundo aparato, tenga el propósito de unirse mediante él a la comunicación que la televisión ofrece. En este sentido no pertenecen al second screen, en mi opinión, las actividades que no están vinculadas con la televisión y sus programas, como atender el correo electrónico, mantener un intercambio de saludos familiares por whatsapp o… mirar la esfera del reloj.
Dejo sin responder esta cuestión: ¿Cuál acabará siendo al final la última pantalla? Quizás para alguien solo tu mirada quieta
José Ángel Domínguez Calatayud
Pingback: Cine y iPad; experiencia de segunda pantalla | Caleidoscopio Periodístico