El día que murió Emy era el primero de sus vacaciones de aquel año. Su madre decía que nadie debería morir el primer día de vacaciones. No sé exactamente por qué decía eso la madre de Emy, pues si se muere da lo mismo el día. Intuyo que le parecería que fallecer trágicamente en una fecha de halo festivo conlleva un plus de crueldad, como un morirse dos veces o perdiendo días devengados de descanso. Algo injusto.
Lo cierto es que el Departamento de Transportes (DfT) de las islas británicas, como las autoridades de los demás países, advierten con insistencia sobre el riesgo de accidentes cuando empieza el octavo mes del año y se intensifica el tráfico rodado.
The Guardian, con informaciones del DfT actualiza hoy un artículo sobre las muertes en accidente de tráfico en 2012 en el reino Unido y focaliza su atención sobre las muertes por accidente en las que el alcohol estaba por medio. Emy no bebía. El conductor que no frenó y la mató sí, mucho, muy por encima de los límites legales de alcoholemia autorizados para coger un volante.
En el Reino Unido, como en España y en otros países han disminuido los accidentes. Como explica el rotativo inglés, desde los más de 1400 muertes por años de los 70’ y 80’, en los primeros años de este siglo se mantuvieron entre 530 y 580, para descender abruptamente hasta el mínimo de 2011.
En ese año, los accidentes con causa en el alcohol fueron 220 y produjeron un total de 230 muertes. En 2012 hubo 290 muertos en los 250 accidentes con alcoholemia. El alcohol estuvo presente en el 17% de los siniestros y las cifras de muerte de 2012 superan en un 25 % las de 2011.
Pero Emy no bebe, insiste su madre, no bebía el 1 de agosto y Emy no es un porcentaje: era una chica joven, alegre, que tenía unas vacaciones que disfrutar con sus amigas tras su primer año de trabajo. La madre de Emy también me dice que una hija no tendría que morir antes que sus padres. Tampoco sé por qué dice esto, porque si un coche conducido por un hombre ebrio se cruza en el amanecer del primer día de vacaciones, no hay padres que valgan. Cuando una persona llena de alcohol, sin descansar nada, coge el volante y se cruza en el amanecer jubiloso de Emy la lógica y las probabilidades dicen lo que dicen.
El informe del DfT que comenta el periódico británico añade otra nota: entre las víctimas mortales en accidentes de alcoholemia, la mayoría (68%) eran conductores y motoristas con tasas de alcoholemia superiores al límite legal. El 32% restante son otros conductores involucrados en el accidente, pero no necesariamente ellos mismos por encima del límite. Y la madre de Emy repite que Emy no era un porcentaje, era un cien por cien, era todo para ella. Y en eso creo que tiene razón.
.- Mire – me dice mientras me muestra llena de lágrimas la pantalla de su Smartphone- : hasta me mandó un mensaje con el móvil cuando estaba cerca de Tredegar, en el sudeste de Gales.
José Ángel Domínguez Calatayud