Bajo el título «How Social Media killed iGoogle» Andrea Peterson nos cuenta en el Washington Post la corta vida, sólo ocho años, de iGoogle. Aunque estuviésemos ya prevenidos desde hace más de un año no deja de impactar que Google anunciase el pasado viernes que cesa en este servicio. Gracias a él, los usuarios podían confeccionar y ver actualizada su propia selección de canales, noticias y widgets. Ironiza con razón la experta que la gente no está por la labor de acotar lo que van a leer, ni de condicionar su acceso a lo último, ni siquiera si ese «lo último» responde al panel de preferencias de uno mismo.
De un lado, el propio sustrato de Google – la metaventana al metamundo – reside en que con pocos clicks se pueda llegar hasta al meta hartazgo. Si eres con las noticias como el niño caprichoso con los dulces – «quiero un donut y lo quiero ahora y sin agujero» – iGoogle no podía satisfacer. Pero seas lo que seas y seas como seas, incluso periodista en un mundo de alta comunicación instantánea, la novedad la verás en Twitter casi en directo o través de tus otras comunidades virtuales. Como dice Andrea Peterson, refiriéndose a Facebook, «de los dos tercios de estadounidenses que utilizan Facebook, la mitad de ellos consumen las noticias a través de él, también en los casos en que el consumo es principalmente incidental».
Por eso el fracaso primero de Google Reader y, ahora, de iGoogle presentan una lección sobre el modo de estar informado en el siglo XXI.
Los líderes – los iconos – que admiramos saben ya buscar y recibir aquello que les ayudará a cambiar su entorno. El resto de los mortales experimenta sentimientos en los dos extremos del espectro: o, fatigados de amargores o naderías, apenas leen un titular, o se zambullen en el vértigo – verdadera vorágine – de la captura efímera de la última noticia. Para más de uno, los trend-topic definen sus horizontes.
A veces dan ganas de repartir gratis ejemplares de El Principito. ¿Se acuerdan? «Los hombres – dijo el principito – se encierran en «rápidos» pero no saben lo que buscan. Entonces se agitan y dan vueltas.
Y agregó:
-No vale la pena…» (El Principito, Cap. XXV, Antoine de Saint Exupéry).
Idea fuente: el buen criterio precede a las tecnologías para la información.
Música que escucho: My Way, Nina Simone
José Ángel Dominguez Calatayud