La semana pasada saltó a las portadas la imagen del niño que se pegó al Papa Francisco durante la celebración en la Plaza de San Pedro de la Jornada Mundial de la Familia. Luego terminó sentado en el sillón papal. En el vídeo de más abajo (1’59») pueden apreciarse los detalles y el modo de comportarse de ambos protagonistas. Es más útil verlo que describirlo: contiene lecciones de comunicación que todo líder puede comprender para que en su tarea – que dura todos los minutos de todos los días – los gestos no vayan intoxicados de impostura, veneno mortal de la credibilidad y obertura de su Réquiem comunicativo.
Este Papa y los que le han precedido han acogido a los niños «porque de los que son como ellos es el Reino de los Cielos«. Cuando se sabe por experiencia que «los niños y los enfermos son Él» no es sino un dulce deber.
También para quienes tienen responsabilidades públicas en cualquier dimensión, y quieren cubrirlas con éxito, el alma de su comunicación es la naturalidad, también en el trato con los pequeños. De algún modo hay una demanda general de ternura y buen humor que reclamará de los líderes su apertura divertida a una broma infantil. No es contrario a lo anterior que quien está al frente diga con oportunidad dónde están la exigencia y el desafío para jóvenes y adultos. La conformidad con la conducta desenfadada de un crío es compatible con decir bien dicho – con enérgicos buenos modos – cuál es la meta de la organización y cómo se alcanza. Pero hay geniales momentos para reír y que se sepa que uno se ríe.
Recientemente se hizo pública la foto de aquí arriba donde vemos a un niño, hijo de un empleado de la Casa Blanca, justo en el momento en que bajo la piel de Spiderman «captura» a Obama, quizás para confirmar que sus comunicaciones con Mary Jane Watson no habían sido interceptadas. Los reflejos del Presidente en la antesala de su despacho son un guiño que sintoniza con este personaje tan del imaginario del pueblo americano.
Al ver al fondo el emblemático Despacho Oval, la mente se adentra más de medio siglo atrás en el recuerdo, cuando el Presidente John F. Kennedy era fotografiado con su hijo John trasteando por la oficina. El próximo día 22 de noviembre se cumplen 50 años de aquellos disparos que dejaron sin padre al pequeño JFK jr. En una época en que los jefes de Estado, presentaban una figura de inalcanzable hieratismo, estas fotos dieron la vuelta al mundo y reflejaron, mucho mejor que una extensa biografía, rasgos de proximidad del poderoso líder mundial.
En las tres imágenes hay muchas cosas en común. Me gustaría destacar que una de ellas es la naturalidad de quienes siendo altos personajes escuchan el corazón al compás de un racional momento infantil.
Idea fuente: la credibilidad del poder tiene un test en su mirada a los más débiles
Música que escucho: «Teach your children«. Crosby, Still, Nash and Young (1970)
José Ángel Domínguez Calatayud