Me han comentado que el presidente de los Estados Unidos rindió visita a una empresa que había subido el salario mínimo a sus empleados. Supongo que ambas cosa son correctas, siempre que el empresario haya actuado con semejantes altruismo por convicciones compatibles con el futuro de esa entidad y supuesto que el dignatario quisiese dar un mensaje a los que tienen el puño cerrado, tan cerrado que no deseen el progreso de sus empleados. Esperemos que impulse la economia.
Leo también (Fox News) que éste personaje – el presidente, no el empresario – propondrá en los próximos días que la NSA deje de recoger y almacenar grandes cantidades de datos de llamadas telefónicas de los estadounidenses. Un detalle, oiga. Esto también está bien: al menos para los estadounidenses – nada se dice de los demás ciudadanos- , y es esperanzador saber que las cantidades de mensajes telefónicos recogidos se reducirá y, por lo que dice la noticia, también se acortará el tiempo de almacenamiento: ahora es de cinco años. Sí, es consolador para quien no le vigilen o para quien hace años que no habla ni manda SMS. Esperemos que mejore el derecho a la intimidad.
Lo último que he sabido de este personaje –del presidente, no del empresario que sube salarios – es que no intervendrá en Crimea, porque Ucrania no pertenece a la OTAN, pero advierte a Rusia de que se ande con cuidado. También esto da un respiro, sobre todo a Putin, que por lo que parece ya respiraba bastante sereno y despreocupado, salvo por el nada despreciable veto que pesa sobre algunos de sus colaboradores para entrar en Disneyland, y por el hecho de que él mismo no podrá acudir al G-8, a la Cumbre de La Haya. No se puede tener todo, de momento. Crimea bien vale un cumbre. Y siempre le queda al presidente ruso la solución de organizar un G-1. Esperemos que todo quede ahí.
Y con tantas tareas prioritarias el gran comunicador de occidente, el de los discursos brillantes, nos brinda en La Haya la foto que publica el Frankfurter Allgemeine con Angela Merkel – la cara lo dice todo – ocupando su lugar, mientras mira con singular asombro la sede vacante, esa reservada al presidente de los Estados Unidos de América. Esperemos que en esta ocasión no llegue demasiado tarde.
No sé. Estos días le inspiran a uno nostalgias de demasiadas sedes vacantes y de líderes desaparecidos de la realidad ciudadana.
José Ángel Domínguez Calatayud
Idea fuente: A partir de una foto, sugerencias sobre el liderazgo
Música que escucho: «It’s not unusual» Tom Jones (1965)
2 respuestas a Esperando a Barack