Durante una vida anterior tuve la oportunidad de tratar con personas a las que otros retrataban como pertenecientes a la “Gauche caviar”.
La “Gauche caviar” venía a ser una perimarca, el perfil o contorno de un sector cuyos individuos dejaban traslucir deseos que desbordaban el discurso. A veces esos deseos inundaban tanto sus hábitos que, aunque se proclamaban de izquierdas, en cuanto podían – y algunos pudieron pronto y durante años – se portaban como la más soez caricatura de una derecha a la que criticaban su derroche e insolidaridad. Hay maîtres de restaurantes de tres estrellas de la Guía de Viajes Michelin que pueden dar una lista de nombres de “progres” (otra denominación para el análisis) residentes de Epulón que frecuentaban sus comedores.
La “Egalité”, esa aspiración incluida en la triada de la Revolución Francesa entre la “Liberté” y la “Fraternité”, no siempre ha sido entendida en la vida práctica del mismos modo por todos los que la invocan. Quizás de ahí naciese la primera raíz de las desigualdades. Ya se lamentaba de ello De Gaulle: “le desir du privilège et le goût de l’egalité, passions dominantes es contradictoires des Français de toute époque”. Es decir, la mayor prueba que muchos dan de su gusto por la igualdad está en que adoran los privilegios.
Todavía entre nosotros hay algunos políticos, cantantes, actores e incluso directivos de instituciones que proclaman el discurso de la pobretería mientras que en cuestión de entradas para espectáculos exclusivos, alimentación, ocio vacacional y atención hospitalaria propia o de sus allegados optan por la primera fila, el restaurante caro, la tienda “gourmet”, la isla-paraíso de Bahamas o el Cedar-Sinai Medical Center (8700 Beverly Blvd., Los Ángeles , California).
También en otra vida y aun en la actual convivo con socialistas que sin alardes viven de modo acorde con lo que proclaman. Coincido con ellos y me alegra que su limpia normalidad ciudadana sea el cemento que blinde su identidad frente a la corrupción. Su perimarca, el contorno preciso de sus anhelos es una igualdad que ellos operan ya dentro de sí. Sólo la raíz materialista de su pensamiento les coarta para dar el último paso, el de amar la igualdad de todos porque ya “son”, no sólo porque ven que “existen”.
Pero, por otro lado identifico la excelencia de otro grupo de personas a las que reconozco como “Droit altruiste”. Su perimarca la definen unas líneas claras de preferencia por la iniciativa social, la libertad de emprendimiento, el pago de los impuestos justos, el trabajo terminado con calidad, la primacía de la perspectiva familiar, el deseo de una educación humanista y práctica y, en los casos más destacados, la promoción con su dinero o su tiempo de instituciones para el bien común: centros de investigación, fundaciones para la comunicación humana, atención de carencias humanas severas.
Al rodear la invisible muralla de su perimarca lo que me ha llamado la atención es que no se les escucha: en el silencio de su elegancia van dejando una huella de obras acabadas, bien hechas: obras que perduran, que dan empleo o dibujan sonrisas que ellas y ellos no llegarán quizás a ver. Solamente que, también sin necesidad de haberlo leído, viven lo que escribió el citado general francés: “le talent est un titre de responsabilité”.
Idea fuente: la perimarca, el contorno de conjunto de las marcas con rasgos comunes: un ejemplo.
Música que escucho: «What A Wonderful World«, Louis Armstrong (1967)
José Ángel Domínguez Calatayud