Neutralidad de Internet: el principio del fin

La FCC (Estados Unidos; nada que ver con la empresa española de mismas siglas) es la Federal Communication Comission y ha tomado la decisión “de avanzar en una propuesta que podría cambiar dramáticamente la manera como los consumidores disfrutan de Internet, abriendo la posibilidad de que los proveedores de servicios de Internet cobren a sitios Web por la entrega de mayor calidad de su contenido a los consumidores estadounidenses”, (Washington Post, 15/05/2014).

Neutralidad o pago

Neutralidad o pago

La votación se ha resuelto por tres votos contra dos y todavía no es más que un primer paso en una dirección necesarias para unos – las operadores de telecomunicaciones como AT&T, Verizon y Time Warner Cable – que arguyen sobre la falta de recursos para invertir en infraestructuras para mejorar y sostener esta intensiva actividad, o, del otro lado, como dicen en Sillycon Valley y en las organizaciones de consumidores un primer paso en la dirección de oligopolio y una palmaria violación de la llamada “neutralidad de Internet”.

Es decir, si finalmente se aprueba una medida que permita cobrar por el uso de una comunicación de Internet de mayor calidad, Verizon podría poner un precio alto a Netflix para que este suministrador de películas en streaming tuviera un tipo de conexión mucho mejor que otro que no pagase.

Por el lado de los consumidores, la idea de que pueda llegar un día en el que veamos dos tipos  de usuarios de Internet –  unos “Premium”, otros usuarios de segunda –  provoca reacciones que van desde los cautos recelos a las encendidas soflamas por lo  que se considera un ataque a los pilares de la interconectividad libre.

Federal Communication Comission

Federal Communication Comission

El propio “chairman” de la FCC, Tom Wheeler, se ha apresurado a tranquilizar sobre derechos básicos: «hay un solo Internet. Tiene que ser rápido, debe ser robusto, y debe ser abierto. La perspectiva de un portero que decida ganadores y perdedores en Internet es inaceptable«.

Pero la pelota ya está rodando y un plazo de 120 días para alegaciones acaba de abrirse. Después, quizás en cuatro meses haya un pronunciamiento.

Dos situaciones se me han venido a la cabeza: una, la carrera de despropósitos, abusos y golpes bajos aparecidos de modo más sangrante en estos días en Twitter nos da un poco la medida de qué tipo de debate hay en un lado y cuál en otro. Y cuál es su altura y dignidad.

Gestión del Prestigio y nuevo Internet

Gestión del Prestigio y nuevo Internet

Lo segundo ha sido cuestionarme sobre las derivas de poner precio a Internet en el terreno profesional y personal: reputación en internet, gestión de la Imagen y potenciación de la Marca tienen diferente vías según sea libre o de pago el acceso a una red Internet de calidad.

Uno de los 95 principios recogidos en el muy difundido “El Manifiesto Cluetrain”, concretamente el número 6 decía: “Internet posibilita conversaciones entre humanos que eran sencillamente imposibles en la época de los medios de comunicación de masas”.

¿Volverán a ser imposibles las conversaciones entre humanos geográficamente distantes? ¿Enmudecerán los creadores menos pudientes? ¿Habrá libertad si hay que pagar por ella? Para los autores reunidos entorno a Cluetrain, aquellos que percibieron antes que otros el potencial de las redes, “nos estamos despertando. Establecemos lazos entre nosotros. Estamos observando. Pero no estamos esperando”. Miremos horizontes en los que quepamos.

Idea fuente: en riesgo un Internet gratis y de calidad y su afectación a las personas.

Música que escucho: «Todo tiene su fin«, Medina Azahara (1992)

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José Ángel Domínguez Calatayud

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