Libertad de Expresión, ¿qué es?

Et voilà qu’aujourd’hui
Je suis le gardien
Du sommeil de ses nuits
Je l’aime à mourir
(Je l’aime a mourir, Francis Cabrel)

 El brutal asesinato en París de doce profesionales de un semanario de viñetas a manos de dos fanáticos, que decían vengar a Mahoma con su crimen, ha conmovido a Occidente. Posteriormente otro criminal del mismo signo disparó y mató a una joven policía municipal.

Estos crímenes perpetrados en pocas horas han concitado reacciones unánimes y actitudes miméticas en la opinión pública.

Paris, contra el terrorismo

Paris, contra el terrorismo

La primera unanimidad es la del repudio frontal de la muerte premeditada, alevosa y cruel de trece personas en su lugar de trabajo: unos en la sala de redacción, otra en su patrulla diaria por las calles. Así es: se trata de algo abominable, injustificado y condenable sin paliativos.

La segunda unanimidad ha estado en el rechazo de los invocados motivos religiosos. No hay, no puede haber un Dios detrás de un crimen. Lo propio de Dios es el bien, no el mal. Vale ya: bastante impiedad es eso de pasar a Dios el muerto.

El lápiz simbolo de la libertad

El lápiz simbolo de la libertad

La tercera y más visualizada de las coincidencias es la afirmación de que se trata de un ataque a la libertad de expresión. Ha sido un movimiento en todos los medios de comunicación, viralizado con énfasis en las redes sociales. La creatividad ha sabido simplificar en un eslogan – “Je suis Charlie” – y en un objeto totémico – un lápiz – una movilización social sin precedentes y acrítica en apoyo de la libertad de expresión. Pocos en esa campaña han reparado en que también se asesinó una chica policía y que merecía atención mediática, lo que desde el punto de vista comunicativo tiene su explicación: han sido más los muertos en el semanario y es comprensible la solidaridad corporativa. Además no tendrían impacto un eslogan del tipo “Je suis poli” ni izar como emblema un talonario de multas de tráfico.

Liberación de rehenes en París

Liberación de rehenes en París

Y sin embargo carecemos de una explicación no tópica acerca de qué libertad de expresión ha sido la atacada. Y es que es necesario comprender ambos términos del enunciado  – libertad, expresión – para no dar el mismo valor a cosas diferentes y evitar ser manipulados.

La libertad es una conquista de los pueblos. Y también es un don que toda persona merece por el hecho de serlo. En no pocos espacios la libertad se está confundiendo con “hacer lo que cada uno quiere”, lo que es una falsificación si ese “hacer” no lleva aparejado un ”responder”: libertad es libertad porque está unida a responsabilidad. Tener responsabilidad es gozar de la habilidad para dar respuesta apropiada, dar razón justa del propio actuar. Esa libertad es una conquista, un don y una gracia humana de la que ninguna persona puede ser desposeída sin aniquilarla: se custodia en su interior.

Libertad y responsablidad unidas

Libertad y responsablidad unidas

La libertad – con su inseparable responsabilidad – no depende de la Ley: la precede en el tiempo, en la naturaleza y en el ser. No es por tanto exacta la afirmación de que mi libertad termina donde empieza la del otro. Es más seguro afirmar que mi libertad de acción debo interpretarla por los efectos – internos o externos – de lo que hago. Aunque el prójimo ni lo perciba o esté debilitado para defender sus derechos. Sin ese contrapeso de la libertad, ella sí que se convierte en una caricatura, una burla que se llama libertinaje, tiranía de uno, de varios o de una masa.

La expresión a la que se refiere la fundamental libertad de expresión, es una emanación de otro derecho íntimo y anterior: la libertad de pensamiento. Todas las personas pueden pensar sin coacciones y ofrecer a los demás lo que han creado con su mente. Pero no todo es “expresión” aunque se genere dentro, ni menos expresión legítima. Gritar “ETA mátalos”, escribir un anónimo amenazante o dibujar un insulto en una viñeta, serán todas ellas acciones que una persona o un grupo podrá hacer con impunidad en algunos ámbitos, e incluso recibir sentencias exculpatorias por parte de jueces, pero en ningún caso puede decirse con simpleza que son ejercicios de la libertad de expresión.

Antes de la expresión y de la comunicación en cualquier soporte está la sacralidad del Hombre, de su dignidad personal como varón o mujer, y como miembro de una comunidad: antes están la honra de cada uno y sus más nobles aspiraciones y su fe.

pensar y expresar con libertad

pensar y expresar con libertad

El “no matarás” es un precepto del Decálogo universalmente aceptado como bastante razonable. Incluso la pena de muerte va desapareciendo de muchos estados. Pero todavía necesitamos aprender que “no matarás” no agota su contenido en el asesinato del semejante, en quitarle la vida con violencia. El insulto gratuito, el cultivo editorial del odio y el desprecio al diferente, el escrache mediático, la película gravemente infamante son conductas personales que matan el corazón del propio autor primero y, luego, girando en la misma órbita, pueden llenar de llagas mortales a otros: literalmente amargan la existencia.

No es cierto que un lápiz sea por naturaleza un instrumento de paz. Los lápices, micrófonos, guiones y pantallas pueden emplearse como quijadas. Igual que de los arados pueden fabricarse lanzas.

Clarisse Jean-Philippe, 25 años, asesinada en Mountrouge

Clarisse Jean-Philippe, 25 años, asesinada en Mountrouge

Descansen en paz los muertos de Paris: dibujantes, redactores y la mujer policía. Encuentren consuelo sus familias y que nosotros avancemos personalmente en la verdadera libertad de expresión, la que lleva a transmitir la verdad, el bien y la belleza. Y también el humor, claro que sí.

Idea fuente: la libertad de expresión un bien digno de defensa: claridad.

Música que escucho: “Je l’aime à mourir”, Francis Cabrel (1979)

 

José Ángel Domínguez Calatayud

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