Till I find to my wonder
Every path leads to Thee
All that I can do is pray
Stay with me
Stay with me
(Stay With Me, Bob Dylan)
Las noticias desgranan nutridas espigas de desgracias. Unas, las menos, provienen de inevitables fenómenos naturales. Todas las demás han sido evitables en algún momento. Otras los son todavía o al menos sus efectos permanentes pueden ser paliados. Son desgracias porque hacen sufrir sin sentido a hombres y mujeres.
Ante los dolores que parecen venir de causas naturales podríamos profundizar con la herramienta de los “Cinco Porqués” que aprendimos de la industria nipona de automóviles. Me enseñaron, a mí y a otros, a no conformarnos con la primera respuesta al primer “¿por qué?” ante la avería o la falta de calidad. Si algo no funciona, a la postre, no basta ninguna respuesta que no alcancé a la causa raíz del problema.
Las noticias desgranan nutridas, ennegrecidas espigas de dolor. La Naturaleza, ella sola no es la respuesta en muchos casos. Más bien es uno de los porqués. “Dios perdona siempre; el hombre algunas veces: la Naturaleza, nunca”. Leí hace años esta verdad aplicable directamente para analizar qué está pasando en la Sociedad. Hay que seguir preguntándose por qué.
Enfermedades como el Sida; epidemias como el Ébola, amarguras endémicas como las del aborto; guerras como las de Ucrania, Siria o Colombia; tráfico masivos de mujeres, droga y armas; terrorismo fanático; niños soldados; salarios de sangre; negaciones del derecho de los padres a la educación de sus hijos; desmedidas desigualdades económicas en países más corruptos que pujantes, o el asesinato y encarcelamiento de periodistas en países de orientación marxista no son una maldición divina, no son un plaga bajada de los cielos.
Las legislaciones relativistas de los estados son una primera respuesta; los gobiernos que las propician son la siguiente; la tercera el trabajo mal hecho y el mal convertido en profesión; la cuarta, la educación en términos de instrucción en lo verdadero y bello, y la quinta es la ausencia del corazón inteligente.
El último porqué es la comunicación de la compasión. Los corazones se han vuelto estúpidos e impíos. Y las inteligencias, ya incapacitadas de vislumbrar la luz, han expulsado de sus fronteras la capacidad de amar.
La buena noticia es que hay personas que trabajan por la felicidad de sus semejantes: están agrupadas y se llaman Familia.
La buena noticia está en las familias que se dan cuenta – corazón inteligente – de que algo valioso depende de ellas. En las familias puede cultivarse la comunicación de la compasión.
Comunicación y Compasión comparten algo más que la común raíz. Se puede decir que lo primero que el recién nacido siente sin saberlo es el padecimiento con la madre. Compadecerse es sumergirse en la misma pasión. Madre e hijo son uno en ese momento de dolor con sentido y gozo. Son uno como también lo son marido y mujer desde su “sí quiero” “hasta que la muerte” los separe. Los hermanos y los abuelos cultivan ese mismo sentir y respiran esa misma atmósfera de hacer hueco al otro en el propio corazón. Hace falta mucha fortaleza para ser compasivo.
Las desgracias despiadadas nunca vienen de amar, vienen del desamor. Y antes de la indiferencia. Y algunas veces, como ha señalado el Papa Francisco, proceden de una falsa compasión, esa que confunde compasión con quitar un problema mintiendo. La verdad es el objeto de la comunicación. Si la buscamos sabremos transmitirla y encontrar solución a muchas desgracias sin sembrar las semillas de las futuras.
Idea fuente: nada está perdido donde se cultivan admiración y compasión
Música que escucho: Stay By Me, Bob Dylan (2015)
José Ángel Domínguez Calatayud