Once there was a way to get back homeward
Once there was a way to get back home
Golden Slumbers, The Beatles
Escuchaba Golden Slumbers, de The Beatles. “Pantalleaba” los diarios digitales españoles y extranjeros. Entre todas las noticias era portada esta tarde el llamamiento del Papa Francisco durante el Angelus de hoy en la Plaza de San Pedro a abrir cada parroquia europea a un familia de las que huye del horror.
La voz de Paul McCartney cantaba “había una vez un camino para regresar a casa”.
Este patio de vecinos llamada Europa no es la casa de los refugiados. Aquí ni nacieron, ni se educaron, ni aprendieron sus costumbres. De Estocolmo a Gibraltar, de la Isla de Kos en el Egeo a Lisboa, de Moscú a Cerdeña, no hay un metro cuadrado sirio. Esto es Europa, la casa de los europeos.
Y a la puerta de este envejecido – podrido de materia atrayente – patio de vecinos han llamado decenas de miles de personas. ¿Abrimos? ¿Cerramos?
Probablemente no sea esa la pregunta correcta. Esa pregunta ofrece la oportunidades de manipulación. Y la amenaza del miedo. Ambas cosas destruyeron Europa en el siglo pasado.
Las ideologías con las que se ha construido la actual Europa permiten manosear la realidad, manipularla para venderla enlatada en eslóganes. ¿Abrimos? Cerramos? Si grito “¡Abridles!” ya tengo una etiqueta. Si, por el contrario, clamo “¡Cerrad!”, también se me etiqueta. Las cosas en la superficie pueden manipularse.
Y si huyendo de las ideologías nos adentramos en la profundidad de “la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte por la guerra y el hambre”, el corazón de muchos se encoge por la amenaza del miedo. Miedo de lo distinto, de la cantidad tan grande de personas, miedo de la pobreza como si fuese contagiosa; miedo de que se huellen mis espacios reducidos y cerrados… “Incluso las relaciones humanas más elementales en ocasiones crean realidades incapaces de apertura recíproca: la pareja cerrada, la familia cerrada, el grupo cerrado, la parroquia cerrada, la patria cerrada”.
“Había una vez un camino para regresar a casa”, insiste McCartney
Y sigue habiéndolo. Es la senda que muchos de los nuestros han dejado atrás para abandonar la Europa auténtica. Europa es la que necesita refugio antes, para enseguida retomar el camino y con coraje volver a ser ella misma. “Europa, vuelve a encontrarte, se tú misma”, le pedía a nuestro Continente Juan Pablo II en 1982, desde la muy europea Santiago de Compostela.
Para que esos miles de refugiados sirios puedan andar por “un camino para regresar a casa” necesitan que Europa los acoja ahora con un abrazo, se rehaga ella misma y libere de la guerra y la pobreza las casas derruidas en Siria, en Irak: Europa debe asaltar el infierno, empezando por el que se ha construido así misma sin referencias transcendentes y sabias.
“La misericordia es el segundo nombre del amor”, ha recordado en el Angelus del domingo Francisco y se ha puesto manos a la obra disponiendo que cada parroquia reciba una familia sufriente de esta ola de dolor. No es un gesto: es una acción de amor.
Que los demás actuemos de acuerdo con ese principios es el reto de ciudadanos, grupos y poderes públicos de Europa.
Idea fuente: Europa tiene en su historia y en su acervo cultural y religioso resortes para facilitar que los refugiados sirios vuelvan cuanto antes al lugar de su felicidad.
Música que escucho: Golden Slumbers, The Beatles (1969)
José Ángel Domínguez Calatayud