Libro de Aclamaciones: Reyes Gil

Había viajado a Sotogrande para cubrir para mi blog «Golf & Manners«, el Real Club Valderrama Open de España hosted by Sergio García.

El viernes por la noche fuimos a cenar a un lugar notable.

Exterior de Cortijo Gaudacorte

Exterior de Cortijo Gaudacorte

Un antiguo cortijo restaurado y preparado como restaurante. Enseguida sorprende el detalle en cada esquina, en las fotografías y adornos de las paredes y en el gusto por hacerlo para que la persona que entre en él no desee marcharse. Una música de fondo de remix clásico – violines, piano suave, voz apenas sugerida – acompaña desde el umbral.

 

Un interior para sonreír

Un interior para sonreír

Después de ser recibidos por un joven camarero atento y dispuesto, comenzamos con el aperitivo. Entonces, entró ella, perfectamente, vestida con pantalón negro, camiseta del mismo color y sin ninguna estridencia. Tenía el pelo recogido y un suave maquillaje de noche que dejaba que en ella destacase lo principal de su rostro: una amplia sonrisa.

Cuidado, que no me refiero a una sonrisa en la que destellan filas de dientes como anuncio de dentífrico, sino mas bien esa sonrisa que se enciende antes en la mirada que en la boca, que se perfila antes en el gesto breve que en las comisuras de los labios, que acoge antes por su normalidad y sencillez que por una invitación a la risa. No sé si es mucho suponer, pero pensé que aquel rostro se había  entrenado a sonreír en tiempos de dificultad: cuando todo va bien sonreír resulta un reacción de mera reciprocidad porque primero es la vida la que nos sonríe. Pero regalar un sonrisa – o silencios de benevolencia, qué más da – cuando la vida aprieta es una gimnasia única para ser siempre amable.

Cuando ella – se llama Reyes Gil y es propietaria del restaurante Cortijo Guadacorte – nos ofrecía la carta, nosotros que estábamos cansados le pedimos que fuera ella quien sugiriera qué cenar.

Con muchas gracia intentó que probara una de las catorce variedades de plato de atún que tenía en su carta. Cuando le hice un gesto de desagrado hacia ese pescado, con voz modulada de chispa me dijo: «pues, caballero, hay que comer pescado azul, ¡eh! se lo digo yo que soy nutricionista»; y no había nada de afectada vanidad en la mención a su título.

Una receta propia

Una receta propia de Alcachofa rellena de foie y mermelada

Finalmente probamos una «Ensalada templada de gambones«; yo opté por una «Lubina a la sal» – «de anzuelo, no de piscifactoría, que es mejor para la digestion», me dijo Reyes – y  «Alcachofa rellena de foie y mermelada«. Estaba deliciosa, mezcla de sabores mediterráneos con aromas del Sur. Cuando Reyes pasó de nuevo a nuestro lado, me preguntó que me parecía el plato; lo alabé y, de nuevo con una sonrisa natural, asintió: «me alegra, es receta mía».

A los postres se detuvo un poco con nosotros en improvisada tertulia; Reyes permanecía de pié. Hablamos de algunas pocas cosas importantes. Así supimos que es de Triana; que abrió este restaurante, que trabaja un montón: había llegado a su casa del restaurante a las ocho de la tarde, y  justo había podido ducharse, hablar con los hijos y volver a este tajo que es una guadiana de amabilidad oculto a muchos.

Bueno, no a tantos, porque nos desveló que si hubiéramos ido al mediodía no habría podido darnos mesa: hay que reservar entre semana, porque el entorno profesional y de empresas le llena el comedor. No dijo si iban por el atún o por descansar en la sonrisa más amable de la Bahía de Algeciras.

Un horizonte amable

Un horizonte amable en la Bahía de Algeciras

Escuchándola, convinimos en que esta característica es la que más practica. Reyes misma nos confió que no siempre todos los cliente vienen con buenos modos y afabilidad, pero con su arma del servicio amable los vence. Llegan a salir bien diferentes de cómo entraron. Aquí se rió: «conmigo no pueden», concluyó con simpatía.

Me acordé del libro de Lawrence G. Lovasik, El poder oculto de la amabilidad, que tanto bien está haciendo. En un momento el autor escribe: «una amabilidad insignificante es capaz de levantar mucho peso».

Reyes Gil tiene porque es obligación legal Libro de Reclamaciones, pero no tiene Libro de Aclamaciones; ningún establecimiento lo tiene. Y así, ¡cómo vamos a ser públicamente amables y agradecidos hacia los trabajos excelentes y hacia las personas admirables!

Pues, por todo ello y para que quede escrito: hago constar en el Libro de Aclamaciones del restaurante Cortijo Guadacorte, de Guadacorte -Los Barrios, mi admiración por Reyes Gil, en la Categoría «Poder de la Amabilidad». Firmado,

José Ángel Domínguez Calatayud

 

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