Había pensado titular con una palabra inexistente y negativa: contracomunicación. La he retirado porque no vitaliza, no afirma: perece cerrar horizontes.
Las llamadas “nuevas herramientas de comunicación” de esta Civilización de las Pantallas están haciendo algo distinto, y a veces contrario, a lo que se nos dijo que harían. Señaladamente alguna prensa digital, notablemente alguna plataforma de Internet y desmesuradamente los teléfonos inteligentes y sus derivados.
Antes de seguir afirmo que la larga lista de ventajas que nos proporcionan el uso de dispositivos digitales interconectados no cabe, por inconmensurable, en esta aportación. Pero sólo mencionar algunas bastaría para justificar su extensión y desarrollo:
- La instantánea captación de informaciones gracias a los motores de búsqueda (Google, Yahoo).
- El bajo costo de las conversaciones telefónicas inalámbricas, incluidas las más distantes y con visión mutua de los interlocutores (Skype).
- La sensación de seguridad por la rapidez de alertas con ambulancias, policía, etc. (061, 091).
- La alta calidad de imágenes (HD, UHD).
- La visión en directo por televisión de eventos de la máxima relevancia como los deportivos o políticos.
- La facilidad de hacer inmediatamente partícipes a familiares y amigos del dolor sobrevenido, de la preocupación honda, pero también del instante alegre y del gozo perdurable (Mail, Facebook, Whatsapp, Instagram, Snapchat).
Lo dicho: las ventajas son incontables y las apreciamos a poco que nos detengamos a ponderarlas.
Sin embargo, hay un momento en el que el sistema hace crisis. Y eso ocurre donde el medio se convierte en fin. Y eso ocurre cuando la herramienta no es algo “para”, sino un autodestino. El uso de los Smartphones está llegando en algunos grupos de personas a esa situación crítica. Ni acercan, ni comunican: rechazan, alejan, insultan y aíslan.
Llega a ocurrir la actividad surrealista por la que el martillo que tenía que clavar una punta, no sólo no la clava, sino que arranca los clavos que tiene más cerca. Pensemos si no en el abuso de los teléfonos inteligentes y preguntémonos.
¿Están hechos para comunicar? El chorreo de mensajes por Whatsapp, ¿deja tiempo a sus usuarios para reflexionar el mensaje y articular respuestas pensadas?
El tiempo dedicado a viralizar cortos vídeos con gracietas, ¿no roba comunicación – propia comunicación – con los que comparten mesa en casa o en el restaurante?
Porque nosotros tendremos algo propio que decir. Y antes algo propio que pensar. Y antes que ese antes algo digno de escuchar, algo inteligente que leer, algo admirable que contemplar. Si no es así, ¿qué vamos a comunicar? ¿Qué posesión tendremos para que compartir?
Lo más probable, lo que está ocurriendo ya, es que llegan a puestos de responsabilidad (madre de familia, directiva, concejal o diputado), personas que no leen más que mensajes de 140 caracteres o titulares de escándalos de cinco palabras; mujeres y hombres que no contemplan, que no meditan ni piensan y que, embotada la razón de eslóganes, sólo dicen lugares comunes con un vocabulario de 500 términos entre los que se incluyen muletillas como “en plan de”, “como que”, “sí o sí” y pocas ideas, y poca comprensión…y escucha cero.
Algunos movimientos recientes van en la línea de dibujar camino y mostrar horizontes sorprendentes
- Vagones del tren AVE con silencio interior para viajar a tu interior.
- Lugares donde de nada sirve entrar con móvil: (10 Maravillosos lugares sin cobertura donde perder en web elviajerofisgón).
- Página 85 del libro El Talking Manager de Álvaro González Alorda y, ahí su post-it. “La calidad de tu liderazgo depende de la calidad de tus conversaciones…Si quieres cambiar el mundo aborda tus conversaciones pendientes”.
- Abrazar la vida real con sus personas tal y como son. Algo de lo que leemos en “Desconectados: la nueva tribu urbana que abandona internet para abrazar la vida real” (Irene Hernández Velasco, El Mundo, 29/10/2016).
- Trabajarse la terapia contra el “Síndrome de ‘la cabeza habitada’” (Página 144 de Aprender a escuchar, Aquilino Polaino, Planeta, 2008).
- Reconciliarnos es un primer paso también en comunicación. El anuncio de Coca-Cola lo evoca…
Rescatar el fondo y subirlo a la superficie y entonces – entonces sí – difundirlo con pasión también por el casi infinito Internet. Eso puede hoy ser heroico para muchos. Pero necesita el mundo héroes para rescatar la comunicación y con ella la humanidad.
Idea fuente: la comunicación humana hay que despertarla cuando está narcotizada de tecnología.
Música que escucho: Palabras de Amor, Amaya & Joan Manuel Serrat
José Ángel Domínguez Calatayud
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