En la vida real nadie puede elegir su final. Sólo los suicidas, y vaya final. Nos está vedado siquiera bosquejar cómo serán los últimos días. Muchas veces ni los intermedios. Ya lo he recordado en alguna ocasión: “si quieres hacer sonreír a Dios, cuéntale tus planes”.
Elegir es también no elegir. Somos diseñadores, no siempre hábiles, de nuestras acciones, pero no de sus efectos. Somos libres ante lo que hacemos, prisioneros ante la consecuencias.
¿Quién no conoce a alguien que compró un coche caro para disfrutar de la velocidad, para descubrir más tarde que la velocidad no le causa el gozo pensado, o que el coche se quedaba en el garaje porque había otras prioridades que atender?
¿Quién no amó, que no fuera despreciado?
¿Quién se matriculó en Medicina, soñando en ser un gran cirujano y descubrió demasiado tarde- siempre demasiado tarde –que la sangre le produce náuseas? En fin, elegir la continuación de la propia biografía no es garantía de acierto. Pero ese es el destino del hombre: elegir el camino, pues el descamino se presenta el solo.
Netflix, ha presentado una película en la que el espectador puede, en determinados momentos, optar por distintas continuaciones.
Al final del artículo de The Economist (The Daily Critic’s Notebook, 23/06/2017) en que leo la presentación de este producto se dice que “los seres humanos pasaron miles de años escuchando pasivamente los mitos y cuentos, por lo que estamos programados por la tradición para apreciar un principio, un medio y un final”.
Es escéptico el autor, Tim Martin, sobre el éxito final de la iniciativa de Netflix. Lo es desde el mismo titular: Do I realy choose my own adventure? Efectivamente, el film destinado a los más pequeños se titula “Puss in Book: Trapped in an Epic Tale” y muestra al gato – “the spanish cat” – de la celebrada serie de Dreamwork Shrek atrapado en un libro del que trata de escapar.
No es la primera vez que en productos de entretenimiento se anima a construir uno mismo la historia. La realidad virtual de los juegos de ordenador ya presentaba esta posibilidad; como recuerda el autor en juegos de los años 80’ ya había aventuras virtuales en las que el jugador podía caminar por otros escenarios pregrabados para tener diferentes aventuras, simplemente pulsando un botón.
Pero aquí la diferencia es que estamos ante un guión de película con bifurcaciones para que cada uno pueda vivir su propia aventura. “Según Carla Fisher, directora de innovación de productos de Netflix, una opción representativa podría implicar «hablar con un gigante o entrar en la historia de «Goldilocks y los Tres Osos».”
La segunda animación, una aventura de stop-motion para niños mayores llamada «Buddy Thunderstruck: The Maybe Pile» presenta ocho opciones y cuatro finales separados. -Uno de ellos -dice Fisher con alegría- es en realidad infinito porque se remonta al principio. Puedes seguir yendo y viniendo …”.
Desde luego es un apuesta a la que Netflix puede hacer frente con tanto cliente cautivo. Está además destinada a ampliar su base con niños y jóvenes. Pero la pregunta que se hace el autor, y nos hacemos nosotros, es si un público adulto que ve, por ejemplo, “House of Cards” desea “trabajar” frente al televisor para ir construyendo por sí mismo enlaces y desenlaces, o prefiere mejor que alguien haya elegido por él y ver el desarrollo con un bourbon en la mano.
Si cuaja lo de soluciones alternativas, el trabajo para guionistas es terrible. Como insinúa el artículo, los personajes de una serie tienen un determinado carácter que va definiéndose y cristalizando según se suceden los capítulos. No existen, no pueden existir en una serie personajes que no sean consecuentes en su temperamento, en su carácter y en su personalidad con los actos que van protagonizando.
Optar va definiéndonos y eso es perfilar cómo somos y como vamos a acabar siendo. Los escritores sabemos que el personaje es nuestro sólo hasta cierto punto, pues él es lo que será.
Como decía en la “La Dama de Hierro”, Margaret Thacher (Meryl Streep):
“Vigila tus pensamientos, se convertirán en palabras.
Vigila tus palabras, se convertirán en actos.
Vigila tus actos, se convertirán en hábitos.
Vigila tus hábitos se convertirán en tu carácter.
Vigila tu carácter se convertirá en tu destino».
Atribuida a Mahatma Gandhi, sin que se haya podido acreditarle su autoría, esta cadena de ideas sí refleja una realidad: caracterizar (dar su carácter) a un personaje, va a condicionar a los guionistas de estas series con posibles distintos finales. No les arriendo la ganancia si quieren estirar como el chicle la diversidad de caminos para un mismo personaje.
La ficción admite todo, la credibilidad no. Y ya sabemos, sin credibilidad la comunicación no se sostiene ni en ficción.
Idea fuente: Cine de ficción con finales a elección del espectador
Música que escucho: “Alone”, Nana Mouskouri (1985)
José Ángel Domínguez Calatayud