La foto que motiva esta entrada en mi Blog Personal la obtuve esta mañana. Es una pintada en la fachada posterior de un Colegio Mayor cercano a mi casa.
Se trata de dos palabras garabateadas: “¡REBÉLATE!” y “REVELATE”(sic). Bajo ellas una cruz celta y lo que parecen dos iniciales “T” y “R”, con una tachadura informe. Parece que alguien se había arrepentido de dejar vestigios de su autoría.
Una vista más atenta nos permite ver que ambas palabras tienen distintos autores.
No hay que ser grafólogo, basta ver estos detalle: una en letra negra; la otra en un desvaído color berenjena (¿morado?). Una con los ángulos de las vocales agudizados; la otra de contornos redondeados. Aquella con trazos firmes; ésta con churretones. En fin, una es un perfecto imperativo con signos de admiración y correcta ortografía; la otra omite la preceptiva tilde propia de palabra esdrújula: “revelate” sin tilde no es correcta.
Lo primero que se le ocurre a uno es que un autor quiso corregir a otro. A mi modo de ver el que escribió “revelate”, provocó involuntariamente a un segundo redactor que pasó por allí, que se sintió en el deber de corregir al ignorante.
¿Por qué? ¿Sólo por el acento omitido y la falta de signos de admiración? Probablemente la explicación sea otra. El que escribió con “b” y con la tilde pasó por allí en segundo lugar.
Pensó que el de la “v” quería animar a la rebelión desde una postura de izquierdismo militante antisistema. Y se dijo a sí mismo que tenía que darle una lección lingüística desde una superioridad ideológica de extrema derecha. La prueba de esto último es que dibujó como antefirma la cruz céltica que, aunque nada tiene que ver con ellos, ha sido adoptada por grupos filonazis.
Caben sin duda otras muchas interpretaciones de esta doble aparición de palabras parecidas en un mismo muro.
Rebelar y revelar son homófonas (suenan igual), por la pérdida fonética de la diferencia entre las letras “b” y “v”.
Pero su significado es claramente diverso. Rebelarse (con “b”) es “negarse una persona a obedecer a otra de mayor autoridad o a cumplir una ley”. Hay incluso un delito de “rebelión”, como han podido conocer estos meses los españoles sin necesidad de estudiar Derecho Penal.
Revelarse (con “v”) es manifestar uno de sí mismo lo oculto o secreto. Si se refiere a Dios, es mostrar Él aquello que no pueden conocer el hombre y la mujer por su sola inteligencia.
Cabe también que quien escribió “revélate” sufriese una suerte de atracción semántica por el fuerte contenido ideológico de la palabra “revolución” que se escribe con v. Sería un neologismo por composición propia, un verbo con significación de intenso valor combativo: rebelión + revolución = revelación.
Ambos términos son pues de rabiosa actualidad comunicativa. Hay llamadas a rebelarse, a combatir la autoridad, la ley y lo que esté en contra de los propios deseos.
Pero, así mismo, distinguimos otra necesidad: revelarnos. Es una llamada a combatir, en este caso la soledad. «El 25 por ciento de las personas atendidas por Cruz Roja viven solas» (Diario 16, 26/02/2016).
Soledad (foto de ilada Vigerova
Soledad y la falta de amor. Para que me amen tienen que comprenderme. Y para ser comprendido por la otra persona tengo que revelarle de alguna manera quién soy, cómo me siento, qué misterios puedo compartir, qué recuerdos se han instalado rebeldes en mi presente. En nuestro futuro.
Idea fuente: rebelión y revelación en una pintada sobre aquel muro
Música que escucho: “Meravigliosa creatura”, Gianna Nannini (1995)
José Ángel Domínguez Calatayud