No pudiste oír el discurso que John F. Kennedy iba a pronunciar en Dallas, porque los asesinaron antes de que lo leyera y lo grabaran aquel 23 de noviembre de 1963. Tampoco estuviste en Normandía el Día D, ni en otros acontecimientos históricos. Ahora puedes. ¿O no?
La tecnología desarrolla medios para que participes en situaciones de las que no hay registro. Nos lo cuenta Steve Hendrix (Is Technology bringing history to life or distorting it?, Washington Post, 10/05/2018) que lo plantea desde las dos perspectivas, como realidad y como distorsión.
“Cuando el descapotable de John F. Kennedy cruzaba Dealey Plaza, se encontraba a cinco minutos del Trade Mart en Dallas, donde 2.000 personas esperaban para escucharlo pronunciar un discurso. El presidente nunca pronunció esas palabras.”
Pero tenía el discurso escrito y también se conservan cientos de horas grabadas de intervenciones suyas.
Ahora ha sido posible, mediante inteligencia artificial “recomponer” una grabación a partir de más de 116.000 fragmentos de audio del 35º presidente de los Estados Unidos. El resultado, con el bostoniano acento de su autor, ha hecho llorar a algunos.
Y lo mismo que con Kennedy, ha sido posible con Martin Luther King del que, además de las palabras no pronunciadas del líder de la justicia racial y la paz, se reproduce el ambiente y los ecos de la iglesia Bautista de White Rock de Durham donde pronunció en 1960 sus más célebre intervención. “No estamos tratando de crear una réplica exacta – afirma Victoria Gallagher, profesora de Comunicación de la Universidad de Carolina del Norte y jefe del Virtual MLK Project – . “Lo que estamos tratando de hacer es dar a las personas un sentido real de lo que fue estar en aquella iglesia”.
Eso con el sonido. Y con la imagen también: ya está listo el trabajo por el que puede “observarse” en tres dimensiones el Desembarco de Normandía o tener una idea gráfica cabal del despliegue de tropas en otros escenarios bélicos.
En definitiva leer no es la última frontera: se busca movilizar los sentidos y los sentimientos.
La discusión está servida entre quienes basan sus convicciones sobre el pasado en hechos datados y quienes aportan sonidos perdidos, inexistentes colores del rostro de una niña en un campo de concentración, o hasta los olores de, por ejemplo, el Londres del siglo XIX.
Todo esto nos suena: remover los sentimientos es un modo de presentar una realidad. O de completar una visión. Quedan en el aire cuestiones sobre la perspectiva histórica, la veracidad de lo que se muestra verosímil, y la implementación equilibrada de luz, sonido y olor en el mensaje
El corazón conserva las emociones algún tiempo. Algunas hirientes o gozosas, pero intensas, duran una vida, El vivir de cada día las interpreta. Pero ¿y el día que nunca vimos ni llegamos a oír? ¿Y el que nunca podrá llegar a ser?
Frente a lo que de verdad ocurrió se alza el intento de descubrir cómo fue. Siempre será conveniente, en cualquier caso, separar certeza de visión y ficción de realidad. Lo sano es advertir al que ve u oye que aquello que se presenta no es una realidad demostrada ni una fuente genuina sino un una elaboración sobre elementos disponibles.
Así, a la cruz de la perspectiva le quedará la cara de la prospectiva. O sea, creación y esperanza. Hay algo que fue, hay algo que será.
Idea fuente: Escuchar lo que en la Historia nunca llegó a sonar. Ver más allá de los registros.
Música: Leader of the Band, Dan Fogelberg (1981)
José Ángel Domínguez Calatayud