A la muerte de Yvonne Blake, mujer de cine

La recogí en la Estación de Santa Justa. Era la tarde de un martes cualquiera de primavera. Nunca la había visto. Nos habíamos escrito para concretar detalles. Busque sus rostro en Internet antes de rebuscar su figura menuda entre los que se bajaban del tren.

Al día siguiente inaugurabamos una exposición de los trajes diseñados por ella para la película “There be Dragons” ((2011) de Roland Joffé, que se estrenaba en España por esos días. También daría una charla de la que yo haría de moderador ante más de ciento cincuenta personas, un público entendido convocado por la Fundación para el Estudio de la Comunicación (FEC).

 

Yvonne Blake sorprendía porque no era sorprendente. La autenticidad y la sencillez resaltan frente a la extendida mediocridad ruidosa y complicada que vemos tantas veces.

Las elegantes frases de los mails en formal construcción británica, escritas en un precioso español, dieron paso, tras el primer saludo, al cara a cara franco y transparente en sus ojos claros y observadores.

Para algunos directores de cine y productores podía llegar a ser muy exigente, nunca dura. Para quienes compartimos aquellos días con esta diseñadora de trajes de cine Yvonne poseía un fortaleza orientada a la amabilidad y al cuidado del detalle. No hay detalle sin importancia.

En cuanto subió al coche me preguntó si antes de llevarle al hotel, podríamos ir a un convento de clausura, uno muy concreto situado en el centro de Sevilla. Me explicó el motivo. Quería visitar a una monja ya muy mayor. Creo recordar que era una pariente de su marido. En cualquier caso, alguien que si no recibía la visita de Yvonne no iba a saber ni que la cineasta estaba en la ciudad. Ella lo hacía, sin darle más importancia, como un grato deber de amor y cercanía humana.

Ya en el interior del convento pasamos inmediatamente cerca de una capilla próxima a la portería. Precedido por la monja que nos acompañaba entré para hacer una genuflexión de saludo a Cristo sacramentado. Yvonne no entró. Permaneció fuera esos segundos. Más tarde, ya solos, me explicó. Y lo que me dijo lo dijo más su sonrisa que la palabras, antes con la paz de sus ojos que con la gramática.

.- No entré porque soy judía.

Pensé con mucha paz que judía era también María. Luego en las horas de trabajo que compartimos me habló de sus trabajos y de la gente del rodaje. Curiosamente me contó lo que se reía con el sacerdote que les acompañaba como asesor en la citada película “Encontrarás Dragones”.

.- Es un hombre muy culto y divertido. Era el mejor de todos los que estaban en el rodaje – vino a decirme -: me reí mucho con él.

Se notaba que había disfrutado en este trabajo. Que no había tenido sino ayuda para vestir un época, la Guerra Civil en España.

Cartel de «There be Dragons»

La mañana previa a la exposición trabajó, como si fuera una recién contratada, en todos los detalles de preparación de los maniquíes. Daba puntadas; miraba todos los pliegues; tomaba distancia y volvía a corregir. Si me permiten la expresión, la imagen exterior que vi de ella esa mañana era la de la búsqueda de la perfección en el trabajo profesional.

Me mostró también, los dibujos de los trajes que se exhibían. Estaban hechos por ella a mano sobre cartulina. Ahí no había copia, corta y pega. Era miniatura de belleza plástica en lápiz sobre papel.

.- Sí, siempre lo he hecho directamente a mano – me confirmó.

Sólo, pasadas unas horas, cuando vio todo conforme, se vino a casa donde comimos con otros invitados del mundo de la Moda y del Cine. Sus ojos no se perdían en lo general. Enseguida se quedaba colgada de los colores. Alababa la mesa bien puesta, el tono del mantel o el estampado del vestido de Olga. Suele llamarse deformación profesional, pero por qué no llamarlo profesionalidad.

Sí, tenía la exclusiva del traje de Superman (1976) en la película que protagonizó Christopher Reeve. Poseía cuatro premios Goya y un Oscar por Nicolás y Alejandra (1971) de Franklin Schaffner. Pero pocos saben que no quería recogerlo por el sufrimiento que le provocó aquel encargo. Nuevamente ahí pudo el pundonor sobre los sentimientos.

Los sentimientos tenían en ella el sentido de una búsqueda de la belleza en texturas, colores y armonía. Los sentimiento los ponía en la familia de su casa “La Inglesa” cerca de Madrid. Los sentimientos, en fin, los dirigía a los amigos para hacerles grata la vida mientras con ellos estaba.

Intervención de Yvonne Blake, Sevilla, 9 de marzo 2011

También en la distancia. También por correspondencia, como tuve la dicha de disfrutar después de aquella primera tarde, una tarde cualquiera de primavera sevillana.

Si el Cielo es el lugar reservado para las personas que resuelven cosas con corazón y cabeza, Yvonne Blake, su sonrisa y su mirada clara y observadora nos esperan allí desde el pasado 17 de julio.

Idea fuente: ha fallecido Yvonne Blake.

Música que escucho: There Be Dragons, (soundtrack), Stephen Warbeck (2011)

José Ángel Domínguez Calatayud

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