Está a punto de estrenarse, será en septiembre, el largometraje Downton Abbey. Ello da pié a Stuart Jeffries (Never mind the forelocks: why film should give up its obsession with the upper class. The Guardian, 20/06/2029) para escribir un apretado artículo iconoclasta sobre la serie del mismo nombre y, en general, sobre la imagen que se vende de una Inglaterra superior porque la aristocracia lo gobierna todo, y, más que nada, por estar vigente la costumbre genuflexa como propia de la civilización británica.
Echa la culpa a casi todos, pero sobre todo a una cultura que desde el otro lado del Atlántico que los (nos) coloniza, vía fílmica, con una visión distorsionada de una sociedad que nunca existió, de amos buenos y servidores complacidos de su posición.
Según el autor es esta perspectiva la que ha suministrado líderes y primeros ministros tories salidos de Eton (Cameron, May, Johnson) que, en su opinión, han sido una calamidad. Y puede tener razón, ojo.
En fin, es divertido leer su entusiasta defensa de un igualitarismo del que, por otra parte, no aporta un solo ejemplo verosímil de eficacia que invite a seguirlo. Estará en otro artículo.
Pero, sacando frutos positivos, hay que darse cuenta de que cada uno tiene siempre un pasado “que siempre fue mejor”. Normalmente un lugar, un tiempo que la pátina del olvido de lo malo nos lo presenta mejor.
Parte del cine español de las cuatro últimas décadas, por ejemplo, y la actual Televisión Española se esmeran en presentar un país bellamente igualitario, respetuoso con la mujer, culto hasta devoción de la diosa Sabiduría y de una paz beatífica que coincide sólo con los seis primeros años 30 del siglo pasado y que hay que recuperar. “Golpe a golpe/verso a verso”.
Son marcos mentales de gran falsedad pero de extraordinario atractivo hasta que uno estudia o se topa con ejemplares actuales de esa visión arquetípica. Pero “golpe a golpe” van a legislar, estructurar la sociedad sin pararse a pensar en las consecuencias a largo plazo.

¿Sería posible buscar la unión a base de no faltar a la Historia y construir sin derribar a nadie del pasado?
El Reino Unido, Francia – que ahora quiere rescatar la mili – y España, somos naciones con historia, y ya está. Mas los mimbres del futuro no están en el odio y el revisionismo de lo que nunca volverá, si no en las aspiraciones de nuestros jóvenes. Cambiemos de una vez la “damnatio memoriae” por la “plantatio posterum”.
Idea fuente: Historia: la idealización de la Historia y la revisión desde el presente.
Música que escucho: Cantares, Joan Manuel Serrat (1969)