Why do the birds go on singing?
Don’t they know it’s the end of the world?
Why do the stars glow above?
The end of the world
Skeeter Davis
Está para aparecer una nueva generación de robots. Ya tenemos a los drones, robots aéreos. Todavía sólo permanecen volando unos cuantos minutos. Pero como desvela Anibal Ollero Baturone en una entrevista de Mercedes Benítez, (ABC de Sevilla 07/06/2019, p. 25) ya se avanza en una generación de ellos “que sean como pájaros bioinspirados y vuelen horas, <<ornitópteros>>. Que puedan interaccionar con las personas, que puedan posarse sobre una persona”.

Por lo que se ve, la cosa va más allá del “me lo ha dicho un pajarito” con el que acaso nació el periodismo. El pajarito está en el hombro.
Todo en todas partes. Todo aquí. Todo ahora. Todo a la vez. Todo haciendo saltar por los aires incluso el principio de no contradicción.
Ahora, dentro de unos pocos años el pajarito, el ornitóptero, sobrevolará los cielos mirando la tierra, el jardín, el paseo, el beso de los enamorados. A sus ojos sintéticos no pasarán inadvertidas las penas y las glorias de este humano o de aquella humana.
El asunto huele a riesgo. También a oportunidad para anticipar peligros o rescatar imposibles: grietas en la presa, el perro perdido, el niño abandonado, el hombre negro con hipotermia en el Mar de Alborán, el abuelo triste con la memoria de una hora o el poeta sin inspiración. Para todos habrá un piar metálico en un mundo globalizado.

Ya hay drones que traen a casa el paquete ligero, como esos perros tan domesticados que acarrean el pan o el diario. Mas ahora se trata de nuevas utilidades aptas para espías, ingenieros de recónditas rendijas, detectives de pantalla y profundizar donde no llegan ni el hombre ni las máquinas mayores.
Un mundo en cambio acelerado y de filo acerado como espada para viviseccionar nuestra existencia. Un pájaro electrónico sobre mi hombro, ¿será compañía o será otra molestia?
Vivimos una era cansina que se agota en el penúltimo invento cuando llega el último. Que nunca es el último. Todo esto está bien cuando cada uno no pierde pie, cuando hay un criterio de moderado uso y una finalidad altruista. Sí, veremos con nuestros ojos a agentes localizadores de ornitópteros extraviados. Código sobre autopistas aéreas para “ornis”. O barredores de pájaros electrónicos de desecho.

Sobre la mesa de la Terraza Oeste de la Casa Club, al otro lado de mi cerveza, un gorrión en pluma y hueso mueve inquieto su cabeza. El piensa que es por temor a perderse un trocito de patata frita. Yo pienso que su temor último será que su viento amigo aparezca una tarde repleto de plásticos, chips y zumbidos que él oirá atónito. Y en una extraña soledad.
Idea fuente: el nuevo servicio está en el aire
Música que escucho: The End Of The World, Skeeter Davis (1962)
José Ángel Domínguez Calatayud