En un simpático – y ligero – artículo ( Surviving a Conversation at a WeWork”, The New Yorker, 26/07/2019), Jonny Auping nos describe qué se puede decir y que no conviene decir: “Los emprendedores vienen de serie con mucho que decir, pero también tienen que respirar, y debes aprovechar esos momentos como oportunidades para contribuir a la conversación. Di lo incorrecto y perderás su respeto para siempre”.

El texto me lleva al contexto: la escucha cuando el tiempo es breve. También a la necesidad del uso de pocas e inteligentes palabras para captar y mantener la atención de alguien que nos interesa.
Corría el mes de febrero. Yo había sido invitado a un colegio para hablar de Comunicación a los chicos del último curso. La sesión estaba planteada para las 15:00. La parte positiva es que era martes, no viernes, ni ¡lunes!
El título propuesto – “Pensar bien, comunicar bien” –no contribuía ab initio a la animación de mi adolescente audiencia.
En casos así, en tiempos como los actuales, ante un público como el que me miraba con ojos de moderada curiosidad, el lenguaje debe dejar paso al “visuaje”. Es decir, inserté varios vídeos que elevaran la atención.
Uno de ellos fue “Elevator pitch. Tienes 20 segundos”; es decir, cómo hacer una presentación breve de una iniciativa a una persona. El corto vídeo estaba montado de tal manera que, en la cabina del ascensor detrás del chico o la chica que hacía una propuesta a un señor serio que iba en el ascensor, había una dama como entrenadora que interrumpía las frases para señalarle cómo decir mejor lo que expresaba, o qué evitar decir.
Se trataba de ser convincente, captar la atención y provocar un interés eficaz en aquel señor para que hiciera una contribución.
Me he acordado de este “tutorial” sobre cortas intervenciones al
leer el citado artículo. Como todo lo que hacemos tiene efectos, los percibamos o no, me parece una buena estrategia estar prevenidos.
En nuestra vida de todos los días – trabajo, ocio, amistad y amor – hay cosas que decir y otras mejor que no. Fusilo el estilo del artículo de Jonny Auping en las siguientes proposiciones:
Dile: Suena interesante tu proyecto, ¿me tendrás al tanto?
No le digas: Deja eso y ocúpate de traer dinero.
Dile: Te llamo porque hace tiempo que no hablamos. Me han dicho que vas muy bien.
No le digas: (por conducto intermedio): no puedo ponerme ahora, que me mande un whatsapp.
Dile: Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes (Yoda entrenando a Luke).
No le digas: Yo, ya si eso, te llamo yo.
Dile: Estuve con una persona que me habló fenomenal de ti.
No le digas: Ahora estoy con una nueva app, pero enseguida te atiendo.
Dile: No te rindas, en la empresa todos confiamos en tu trabajo.
No le digas: harta me tienes: procuro olvidarte.
Dile: El sol y la luna se levantan en tus ojos (“Tell him”, Celine Dion).
No le digas: “Te lo dije”, cuando pisa el charco del que siempre hablas (“Cuando menos lo merezca”, La Oreja de Van Gogh).
Dile: He leído este libro: es verdaderamente luminoso. Te gustará.
No le digas: Para ese viaje no se necesitan alforjas…si yo te contara.
Dile: ¡Hagámoslo posible!
No le digas: todos esos han vuelto a demostrar que son unos chorizos.
Dile: Ven, descansemos un momento tomando un café.
No le digas: nunca te perdonaré lo que me has hecho. Y lo sabes.
Dile: Una mañana me desperté y maté a un elefante en pijama. Me pregunto como pudo ponerse mi pijama. (Groucho Marx, “El conflicto de los Marx”).
No le digas: Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar (Vito Corleone, “El Padrino”).
Idea fuente: el filo de una frase.
Música que escucho: Perduto, Ornella Vanoni (1992), versión en italiano del original “Procuro olvidarte” (1980) de Hernaldo Zúñiga. Muy notables, también las versiones de María Dolores Pradera (1999) y Simone (1991). En la película de Carlos Vermut “Quién te cantará” (2018) se escucha la versión de Najwa Nimry y Eva Amaral.
José Ángel Domínguez Calatayud