La voz favorita comunica

Fue el domingo por la mañana. Junto al supermercado han abierto un cafetería-panadería. Todo es nuevo. Huela a pan artesano. Fuera se extiende una elegante terraza de aspecto tropical: flores, plantas en macetas que cuelgan de una cubierta tipo parra. Por contraste el armazón no es de sarmientos ni bambú, es metal negro: sombra, frescura, sosiego de familias. Era domingo por la mañana. Yo había comprado los periódicos (puro papel) y el pan (puro masa madre). Al avanzar hacia la placita veo a Ramón, inteligente y razonable.

Pura masa madre

Lo de razonable no era evidente en aquel momento. Con la mirada perdida en un alto sauce, o más allá, sonreía con la boca dulce e inocente de un cordero y con un divertido vacilar de su tronco.

Más por curiosidad que por otro motivo me hice el encontradizo.

.- ¡Hombre, Ramón, ¿cómo por aquí? – pregunté.

El recuperó su semblante como caído de Marte. Me devolvió el saludo.

.- Estaba ensayando sonrisas – dijo como si fuese un ejercicio-tendencia común entre mortales.

Luego prosiguió su razonamiento de forma algo confusa al principio. Y lo que sigue es su narración.

Amigo, una vez durante una cena íntima mi mujer me dijo que su sonido favorito era el que hacían mis llaves cuando regresaba a casa. Era toda una declaración de amor.

Ahora ahí, en la nueva cafetería-panadería, acabo de leer un rótulo que cubre todo el frente superior de la barra. Dice “Mi sonido favorito siempre fue tu voz”. Me he quedado parado. Me importan esas cosas, lo sabes. Yo tendría que haberle dicho a ella eso mismo, que nada hay parecido a escucharla.

Voz que transmite

“La voz a ti debida”, es el poemario más conocido de Pedro Salinas. Si fuese poeta tendría para escribir versos sobre la “vida debida a tu voz”, dedicado a quien me hizo feliz.

Cuando me has encontrado, pensaba algo más: la voz es sonido y viaja a menor velocidad que la luz. Y la luz en el hombre es la sonrisa. Ensayaba sonrisas. Podríamos decir a alguien “mi luz favorita es tu sonrisa”. O la mirada: “nada me ilumina tanto por dentro como tu mirada”. O el calor del amor “el fuego de mi corazón son tus manos”.

Vuelvo a la voz. En comunicación es ciertamente el sonido favorito a condición de que la luz de tu sonrisa ilumine un rostro – siquiera con la imaginación – o unos ojos grandes y sinceros iluminen el alma que es mirada; la voz es favorita si unas manos abrazan cálidas o la canción la recordamos tierna porque su carga es peso de amor. El amor no pesa, eleva.

Cuando hablamos dejamos huella y la voz tiene un poderosa capacidad para dar vida. Crea instantes únicos, compone músicas imborrables, dibuja caminos inspiradores.

¿Cómo comunicar, si no? Sí, con silencios elocuentes. El silencio también tiene sonido, incluso el de aquel tan primero. Copio de Youtube un comentario de hace tres meses a la versión original de “Sound of Silence”:

“UnknownGuy:

Friend : This song is old

Me: So is your mom but you listen to her”.

Idea fuente: Mis ojos parados ante el rótulo “Mi sonido favorito siempre fue tu voz”.

Música que escucho: “Sound of Silence”, Simon & Garfunkel (1964); esta es la versión original. Muchas versiones se han lanzado; aquí van algunas: Disturbed (2015); Sina con 11 años (2017) y Emiliana Torrini (2015).

José Ángel Domínguez Calatayud

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