“Ella sabe que los acercó una indefinible pasión. Y pasión sintió a diario…”
Los profesionales de la comunicación no enfrentamos todo el rato al desafío de emocionar para seguir conservando la atención.

A esta fiesta de lo que enciende se invitaron, con gran despliegue de herramientas para conmover, el cine, las series, los clips, la música pop, la moda y todas las derivadas de Internet. La imagen en la Civilización de las Pantallas cerró muchas puertas a los pensamientos e ideas. Y a la pausa: ahora todo es ahora, inmediatamente.
Para algunos desde los años 80’ se han exacerbado las emociones por la cantidad de cosas buenas que hacían emerger. Otro ponen este origen de la exageración de lo emocional en la ruptura social del 68.
Pero la sociedad entera, los media y los políticos parecieron olvidar que junto a las emociones sensuales y de grata apariencia conviven las de ingrato rostro. Pensar que las emociones son buenas por sí mismas, sin referencia a quien las siente y qué hace con ellas, parece que no ha sido un comportamiento sensato.
Con gran precisión lo describe Andreas Reckwitz en su artículo “Por una cultura de enfriamiento emocional» (Für eine Kultur der emotionalen Abkühlung, Franfurter Allgemeine, 27/11/2019): “Las emociones siempre parecen ser buenas, necesarias y «auténticas»; sólo dan color e intensidad a la vida: esta es la convicción básica que se ha transmitido en las últimas décadas. Por otro lado, sin embargo, esta sociedad postindustrial y liberada produce emociones sistemáticamente negativas (ira, pena, miedo). Hasta cierto punto y en cierta medida, ella misma no puede manejarlo. Es un poco como ser un aprendiz de brujo: querían liberar las emociones lujuriosas y ahora se enfrentan a las consecuencias de la expresión desenfrenada de disgusto”.
Occidente viene padeciendo en lo público y en lo privado unas olas de violencia a las que el pensamiento y la acción política no se muestran capaces de dar alcance. Aún menos establecer principios.
La ira desatada, cuando no azuzada, camina como una triste epidemia en jóvenes llenos de frustración.
Es tiempo de comunicar con emoción, de acuerdo; si no, estás fuera del escenario o eres invisible. Pero parece necesario acompañar esta pasión con ideas que den un sentido de dignidad a cada uno, pensamientos que estén a la altura de la personas y no sean mera repetición de frases hechas sobre un “progreso” que revela su desnuda piel, mientras arroja cifras horrendas de agresión y miedo.

Las gentes se preguntan sobre quién está detrás de tan desatada y extendida emoción negativa. La pregunta puede estar mal hecha. La cuestión interesante no es quién está detrás, si no como ponernos delante. ¿Qué metas pueden a la vez motivar, emocionar, fortalecer ante las decepciones y asegurar que podemos engrandecer la existencia con un vida lograda?
“Ella siente que ahora es el ahora de la sabiduría, pero no reniega de la indefinible pasión. ¿Hablamos?”
Idea fuente: emociones, honradez y sabiduría
Música que escucho: Counting Stars, OneRepublic (2013)
José Ángel Domínguez Calatayud