Vacío y Comunicación. 2ª Parte

Nos quedamos anoche con preguntas sobre el vacío. El vacío del artista. El vacío del creador. También del transformador. “¿Es un principio roto? ¿Es un final inalcanzable?”, nos preguntábamos.

Comentando con una amiga lectora sobre ese “vacío” (palabra de la pintora Patricia Ruiz), me dijo «oscuridad». Como una contradicción me saltó la palabra “blanco”. Aludía mi mente al síndrome del folio en blanco que llegan a sufrir quienes tienen el oficio de escribir.

Photo by Gemma Evans on Unsplash

Negro. Blanco. Vacío. Sea lo que sea, afrontamos un abismo que aleja al artista de la obra. Lo separa antes de comenzar – es el más duro – o ya comenzada la creación. Ausencia de materia, dice la física, de donde las Humanidades toman la expresión. Ausencia también de forma. Escasez de color. Horizonte cerrado. Falta de comienzo posible. Absoluta falta de emoción, de alegría, de llanto, de pasión.

En cualquiera de estos modos de expresarlo es quizás en lo emocional, me lo dijo una amiga del alma, como sentirte pieza de pizarra dura, aplastada  y frágil. Resistes, pero agota.

Aparece el pavor de un principio roto que no permite acometer siquiera la tarea de búsqueda. “El arte está ligado a lo que no está hecho, a lo que todavía no creas. Es algo que está fuera de ti, que está más adelante y tú tienes que buscarlo”, decía el escultor Eduardo Chillida”.

El Peine del Viento (Eduardo Chillida)

Esta clave del sufrimiento inicial del pintor, del escultor, del compositor le rasga el alma, le consume la energía. Cuánto ha de doler ese vacío que desde tu interior te reclama sacar a la luz, airear al sonido una belleza nueva.

También me imagino el vacío como un final inalcanzable. Debe producir una tensión inenarrable saber que desde fuera de ti te llama algo, alguien – “noche oscura de alma” – que no podrás abrazar. ¡Y qué sentido gozo, qué amor a la belleza cuando despiertas de esa tiniebla y te ves correspondido!

No más vacío lienzo. No más vacío mármol, papel, partitura, espacio, aire, amor. No me dejes, que el vacío de ti es la muerte en vida. Pero si vuelves a dejarme sé que hay un camino de vuelta. Fe, al final. Alegría, como en el primer cuarteto del soneto de José Hierro:

Llegué por el dolor a la alegría.

Supe por el dolor que el alma existe.

Por el dolor, allá en mi reino triste,

un misterioso sol amanecía”.

Idea fuente: “Esta es la razón por la que pintar tiene algún sentido…Al final ésta es la comunicación verdadera”. Del comentario de la pintora Patricia Ruiz al post de ayer.

Música que escucho: Tercer Movimiento, Sinfonía nº 9. Ludwig van Beethoven, Berliner Philarmoniker Orchestra, dirigida por Herbert von Karajan (1955)

 José Ángel Domínguez Calatayud

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