Me he encontrado a Alejo, mi amigo de nacimiento. Estaba en una terraza mirando las últimas hojas pardas de un plátanus hispánica; también se le conoce como plátano de sombra. Hoy sin ella, porque tampoco había sol.
.- La sombra – me dijo apenas le saludé – es lo más pegado que tenemos por fuera. Hay personas que son sombra. Más o menos cercana. Más o menos sombra.

Le he dejado continuar; sé por experiencia que le gusta terminar de exponer su pensamiento antes de ser interpelado.
.- Personas sombra nos acompañan muchos días en la vida, muchas horas en el día. Pegado el jefe al empleado; el colega de deporte; el compadre tomando un cerveza; el familiar junto al sofá colorado pasan cerca del adentro nuestro, pero se quedan en la periferia. Ellos y su palabras. Ellos y sus cortesías y sus educadas sonrisas. Son sombra de nuestra figura; están ahí pero no logran acompañar otra cosas que el perfil.
Ya, entiendo – le he dicho sin mucha convicción mientras dejaba el periódico a un lado y daba un sorbo a mi café -: no es lo mismo estar junto a uno que estar con uno. Parece lo mismo, pero no siempre lo es.
.- Exacto – ha respondido rápido Alejo -; estar con uno es pasar de ser sombra a ser luz. No es que ser sombra de alguien sea malo. Qué va. La sombra cuando no es prolongación de uno es guía de por dónde seguir. He conocido sombras de grandes hombres a los que estaban tan pegados que se hicieron santos juntos. Estar pegados tiene eso. Es sabio aprender a vivir juntos.

.- Pero has dicho “pasar de ser sombra a ser luz”- le recordé, porque me interesaba la idea.
.- La luz da sentido porque es la fuerza que permite ver y comunicarse. Hay personas que nos iluminan y nos fortalecen porque sus palabras, sus manos y sus ojos no se quedaron en el zaguán sino que entraron hasta el alma.
El plátano de sombra dejó caer una hoja palmatífida ancha y nervada que asustó a un vencejo que pasaba por ahí.
Se termino su café, Alejo, y concluyó su discurso.
.- Busca la alegría. Busca la amistad del alma, la luz que puedes amar con paz y recibir lo luminoso que proyecta. Sí, la luz en tu interior.
.- ¿Y las personas que nos iluminan desde fuera?
.- Tenlas también. Pero primero la otra, para que seas una persona feliz que da alegría. El peligro de la luz exterior es que le des la espalda y al alejarte caminando vayas viendo alargarse tu propia sombra delante de ti. Así, puedes llegar a creerte gigante porque es larga tu sombra, pero en verdad eres pigmeo que pierde poco a poco la luz y con ella el calor.
“La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo ha oscurecido”, Rabindranath Tagore.
La luz del corazón nunca es sombra, es sol en mis ojos.
Idea fuente: de luces y sombras
Música que escucho: Sun In My Life, Sally Oldfied (1979)
José Ángel Domínguez Calatayud