Estaba hablando con Cira cuando me ha recordado el tiempo que ha conservado una flor de edelweiss. Siempre la guardó entre las páginas 36 y 37 de un viejo ejemplar de El Principito.
Aquella flor blanquiazul se la trajo un verano Alejo cuando eran novios. En realidad no lo fueron mucho más tiempo. Cosas de la vida. O del tiempo que no pudo ser embalsado en el corazón.
Muchas veces la miró. Desde luego con un sobresalto templado cuando releía el libro de Saint-Exupéry y llegaba a esa hoja que se la mostraba.
Pero el traer a la conversación al edelweiss ha surgido cuando hablábamos de los personajes sin apenas bagaje que suben en la espuma de esas cervezas llamadas fama, espectáculo, comunicación o política.
El temporal Gloria había hecho aparición y ella, por temas personales, había venido a esta ciudad y quedamos para tomar un café caliente – ella un té con limón – y ponernos al día.

Total que, ya fuera por los titulares de los periódicos o por alguna conversación cazada al vuelo, el asunto del mérito, del estudio y del esfuerzo se hizo presente.
Ella, muy positiva, me habló de personas conocidas de ambos que han dedicado horas de trabajo, golpes de genio y de honrada ambición para alcanzar metas profesionales de prestigio y servicio altruista.
Yo he añadido los nombres de mujeres y de hombres actuales, muchos no muy conocidos, que ocupan un lugar en la sociedad después de haber entregado horas a favor de metas de dignidad, de belleza, de progreso del de verdad, de metas, en fin, a favor de lo humano.
.- Sí, las hay todavía. Existen personas jóvenes que en los suyo son alpinistas de rutas difíciles que ponen la bandera en la cumbre. Allí recogen una roca que meten en su mochila como campana que llame a nuevas hazañas. Otros arrancan la flor que les recuerde la hermosura de volver para devolver la alegría alcanzada.
.- Eso último hizo él – me dice Cira con la boca y los ojos.
Y es cuando me cuenta lo de su flor encartada en el libro clásico. Se veía que lo tenía vivo, como viva tenía la cualidad del edelweiss.

.- Para apreciar lo linda que es la flor del edelweiss sube tú que ella no baja.
Se veía que de la emoción el tiempo le había trasportado a la contemplación y me contaba nostálgica entre sorbos de té semblanzas del edelweiss que parecía tener bien meditadas.
Se encuentra por encima de los 1700 metros de altitud. Su nombre científico, Leontopodium Alpino (Pie de León Alpino), evoca su imagen épica que lo asocia al valor, al honor, al mundo de los horizontes valiosos. También simboliza el amor eterno que nunca se secará.
.- Necesitamos héroes de la calle que suban sus personales Alpes sin temor – dije.
.- Desde luego, amigo del alma. Y hoy los hay. Otra cosa – cambió.
.- Ya no le escribí. Ni él a mí. – Me miro con aire de leyenda para concluir -En el lenguaje de la flores edelweiss quiere decir “escríbeme”.
Idea fuente: La Naturaleza nos reta a una misión, no a una acampada.
Música que escucho: Higest Mountain, Noemi (2012)
José Ángel Domínguez Calatayud