Te lo digo a ti. Con respeto. Sí, pero con responsabilidad. Tú eres importante. Muy importante. Más de lo que te imaginas. Tú eres una persona única. No estoy dorándote  la píldora, ni inflando tu ego. Al contrario, te estoy diciendo que no me  dejes más. Que desde el sitio que a cada uno corresponde no te encojas de hombros. Te necesito. Sí, ahí, con todo tu potencial y grandeza.

Puede pasarte a ti. Me pasa muchas veces a mí y a tanta buena gente. Nos despreciamos. Lo hacemos en el sentido de no darnos un aprecio debido. No hablo de inflar la autocomplacencia ni de una autoestima sobredimensionada.

Photo by mostafa meraji on Unsplash

Te digo que muchas cosas que me dijiste al oído las conservo como joyas, como esos vinilos que los frikis de la buena música cuidan tal que oro en paño.

Por ejemplo, no sé si lo recordarás, pero un modo de quererme era decirme, con estremecedora intimidad que no llegaría a los treinta años si seguía así.

“Asi” en tu voz amada de entonces, era metiéndome en mil líos, comprometiendo todo lo que era, dándome sin reservas. También, es cierto,  sin excesiva reflexión.

Por eso, te decía – te digo – tú eres importante. Lo eres, y bien lo sabes, para mí. Nunca dejaste ser la primera persona. Ahí es imposible la dimisión. Pero eres la persona primera de cuya alegría depende otras alegrías que tienes que incendiar por encima de la tuya.

No puede haber apnea en el corazón del horizonte. No me morí a los treinta. Los vértices se redondearon y la vida se amansó en recodos de dolor y alegrías maduradas. El horizonte no se hizo menos ambiciosos pero la luna supo hacer oír su voz de plata, nieves y manos juntas que tenían un mismo sueño y una plegaría hoy no compartida.

En esta incierta hora una amistad del alma rompe en lágrimas y lluvia que tú y yo sabemos que son un misma cosa. Lo mismo que esa canción angustiada desde la balaustrada del balcón sobre la plaza.

Eso puede ser el resumen de tu vida – ¿de la mía? -: el mundo nos quiere y nos espera en un continuo de esperanza.

Photo by Toomas Tartes on Unsplash

Es cosa tejida de sonrisa en una escala hasta el cielo. Es cosa de mirar la miseria y su rasgadora súplica. Es cosa de no renunciar a la pasión, a la compasión y a querer ser héroe de lo sencillo. No. Ni tú ni yo moriremos a los treinta. Nos querremos hasta los ciento noventa. Si existen. Y si este océano de vivos recuerdos los trenzamos con lo que elegimos ser y vivir.

No pasa nada si no damos una patada a la mesa con el puzzle. Tú, mi persona amiga del alma, eres lo que serás. Eres la alegría que en otros vas volcando. Y me hacen feliz esas alegrías como un paseo a los diecisiete cuando se ve la vida como años cuya felicidad nada oscurecerá.

Somos nómadas. Cada jornada plegamos tiendas y afirmamos  la marcha. No buscamos demasiado el oasis. Preferimos buscar otras pieles azules, encontrar ojos a los que sonreír y bocas a las que escuchar. Y estallo de emoción con sólo saber que bajo el firmamento de la fría noche del desierto arden dos estrellas que te dicen que el camino de mañana es fascinante solamente porque tú lo pisas. Es verdad, porque tú eres la verdad que siempre amanece.

Photo by Keghan Crossland on Unsplash

Idea fuente: eres un nómada buscando pieles azules a la que alegrar la vida.

Música que escucho: How Can You Mend A Broken Haert, Diana Krall (2009)

José Ángel Domínguez Calatayud

Etiquetas: , , , .

Los comentarios están cerrados.