Dice la RAE que la palabra “incertitud” es femenina, que es término en desuso y que viene a significar “Falta de certeza o certidumbre”.
Era una expresión que, en otra vida en una empresa transnacional en la que serví en Comunicación, escuchaba con frecuencia a un director pronunciadamente inclinado hacia las formas francesas de hablar. Solía emplearla en plural: “ hay muchas incertitudes”, “ese sujeto está lleno de incertudes”, donde con “sujeto” no se refería a un personaje sino al “subjet” en sentido galo: asunto, punto, tema.

Hoy me ha venido a la cabeza esa palabra al considerar que, en un sola página de opinión del periódico que tenía entra las manos, los tres artículos se sumergían en la idea de incertidumbre. Treinta veces, o sinónimos, en un página.
Manifestaban los autores la existencia perturbadora de incertidumbre en la política española, en el devenir de las empresas, en la trayectoria de la Sociedad.
Ya en aquella gran empresa donde estuve en otra vida escuché que “il faut gerer la contradiction”. Pero de esa “gestión de la contradicción” no se tardó en pasar a “gerer la incertitude”. Y de esta última ola las espumas – y sus residuos – llegan a nuestros días. Muy interesante el artículo “L’Incertitude: Comment Réussir A La Gérer”, de Lionel Meneghin (Forbes France, 23/05/2017) que empezaba paradójico: “La única cosa cierta es, desde luego, ¡la incertidumbre!” (La seule chose qui soit certaine, c’est bien l’incertitude elle-même !).
Y si ante esta tesitura el corazón reta al coraje, nos vino lo de VUCA, acrónimo en inglés con lo que se refieren a entornos empresariales como lugares y tiempos de Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity.
Son fenómenos observables, diría que de modo punzante, en muchas realidades que están cerca no sólo en ámbitos de la empresa. Miremos la ciudad, la nación, las consecuencias del empleo abusivo de pantallas y redes. Abramos los ojos a las actuaciones en el “subjet” Familia, relaciones de afecto o Educación.
Las consideraciones tipo VUCA van en dirección correcta. Sí, así son las olas en la superficie. Pero las olas no son un mal original, son consecuencia. No están en la etiología, sino en los síntomas. Las cosas hay que verlas a profundidad de periscopio y, si el alma y la mente tienen capacidad de oxígeno espiritual, a muchos pies de profundidad, porque no son olas causadas por el viento.

Tenemos olas de volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad porque se mueve fuertemente el fondo del mar. Mar de fondo. Tendencias. Macrotendencias.
La buena noticia es para quienes desean adaptar la acción a VUCA pero con criterio. Se puede siempre que no implique renuncia a Principios, Altura de miras, Rumbo, Alegría.
El Acrónimo sería PARA; suena libre, es el tono de la flecha que elegimos ser para encarar la propia misión. Hay gente en ese afán en todos los países; personas que no claudican, que no doblan la cerviz a cada ocurrencia, que trabajan, que inculcan a los suyos el respeto y no se conforman con vivir de eslóganes. Prefieren las certezas de lo que nadie podrá cambiar y que supone el corazón de la vida. Y lo sabemos.
Idea fuente: gestionar las incertidumbres
Música que escucho: Gli uomini non cambiano, Achille Lauro con Annalisa, San Remo (2020)
José Ángel Domínguez Calatayud