“Hasta mañana, amigo del alma”. “Hasta mañana, del alma amiga”. El sol caía lento por el Atlántico. Había que separarse. Era la hora. La necesidad obligaba. Se miraron a los ojos con la misma palabra en la cabeza y en los labios: “compartimos”. Y una punzada en el corazón, como un cariñoso toque, inyectó nostalgia malva. El horizonte no era el rojizo astro de allá lejos. El horizonte eran los dedos de ambos, que lentamente iban separándose. Luego, el abismo. Luego, la noche.

Si ayer hablé de “imágenes” fue por la fuerza que tienen para darnos pensamientos. Para formarlos, es decir, darles forma, figura: hacerlos accesibles.
Además, en esta Civilización de las Pantallas, son flechas llenas del veneno – dulce veneno – de la emoción. Imágenes son las series, los millones de videos que llegan a Youtube, fotos en Instagram y otras redes. Apariencia de las cosas.
Ayer hablé de la imagen. Hoy, de la palabra. La palabra es la materia. Materia del lenguaje; materia impenetrable. Materia de lo real. Materia que define lo que las cosas son. Y los sueños.
Sin palabra no hay imagen. Sin imagen no hay palabra. No hay forma sin materia. “La forma pura es el elemento inteligible mientras la materia es impenetrable por el pensamiento” (Aristóteles).

Esa es la agonía del pensador. Pero también del escritor, del periodista, del bloguero. Y hasta de los amantes. Es la lucha por hacer comunicable – compartible – lo que por esencia es estirpe indescriptible. Si no puedo entrar en la materia, ¿cómo podré contarla? Es la agonía del pintor: “vacío” dije yo; “Patricia Ruiz, pronunció una sola palabra ‘oscuridad’”. Ella es pintora.
La palabra tiene la capacidad de entreabrir el concepto. Emplearla bien, es decir, ordenada, precisa, rica, digna y exacta hace de los buenos escritores cirujanos de la realidad material y del espíritu. El bisturí de su pensamiento y la luz de su gramática te ofrecen realidades a corazón abierto. Y en el tiempo debido. “Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo” (Don Quijote).
Tiene la palabra, pero aún más la acción, la capacidad de acercarnos al infinito, como en una divinización por íntima adhesión a Quién por forma y materia la tiene, sin división ni confusión, humana y divina: “porque somos también de su linaje” (Hch 17,28).

A nadie se le escapa que por lo mismo que hay palabras que divinizan otras te descalabran. Que también leemos en El Quijote “es tan ligera la lengua como el pensamiento, que si son malas las preñeces de los pensamientos, las empeoran los partos de la lengua”.
Eso conduce a la cautela con el uso de la palabra y al prudente pensamiento para dejar alrededor palabras bellas, buenas y verdaderas. Porque nos es dado con ellas dejar una estela de esperanza. Un soplo de aire puro. Un audaz suspiro alegre en el ser dañado.
Ya de noche, ella le envió un whatsapp de respuesta al largo y conmovedor mensaje de él: “tus palabras son un pellizco de cariño en el alma”. No pasa más. Simplemente quedan horas para que amanezca con una palabra de saludo. Sólo una palabra.
Idea fuente: tu palabra tiene capacidad de transformar: es materia
Música que escucho: Darling You, Julia Westlin (2019)
José Ángel Domínguez Calatayud