Un paseo por una de las calles más comerciales de Sevilla da imagen de vacío. Somos valientes, pero somos desconfiados. Somos tercos, pero también temerosos. Y si nos han dicho que el lunes entra en vigor un decreto que limita la movilidad, pues nosotros en Sevilla nos adelantamos. El miedo hace este milagro y nos para los pies. Nada de esperar al lunes: hoy mismo, sábado, cerramos, cafeterías, tienda de armarios, camiserías y agencias de viajes.

En toda la calle Virgen de Luján sólo estaban abiertos a las 17:15 dos establecimientos: el primero, a punto de cerrar, Chocolatería Virgen de Los Reyes: cuatro empleados se afanaban en desinfectar el local. He preguntado y me han atendido. Me he tomado el último chocolate en Sevilla. Con churros, eso sí. Suena muy definitivo, muy a ruptura y despedida, casi como el último tango, pero en clave gastro. También he preguntado si abrían a la mañana siguiente, por eso de llevar churros a casa para el desayuno, y el atento encargado me ha dicho que cerraban desde ya hasta el 31 de marzo.
Qué quieren, lo entiendo, pero quería llevar antes de quedar confinados los últimos churros domingueros a los míos. Y si Sevilla inventó la Pre-Feria para que algunos tengan la fiesta antes de la fecha oficial y con los más cercanos, Sevilla inventa el Pre-confinamiento. ¿Por qué esperar hasta la semana que viene? Más vale cierre hoy, que agobio mañana. Sevilla inventa, crea y se hace su novela. Es feliz así.
Es feliz así en este momento. Habrá que esperar unos días de confinamiento para testar la resistencia humana al encierro. Bonito sería que como latinos imitáramos a esos romanos, turineses o napolitanos que desde su obligada clausura han salido a los balcones a cantar el himno nacional, “Bella Ciao”, o “Vincero”. Podríamos empezar con unas palmas de tango. O «cómo se supone que voy a vivir sin ti» que cantaba Michael Bolton.
El segundo comercio abierto, los últimos de Filipinas del coronavirus, lo han adivinado, son chinos. Inasequibles al desaliento, mirados del dinero y fuertes en su familiar unión serán quienes se encarguen de bajar la persiana de este Pre-Confinamiento. Apagarán la luz y nos quedaremos en el silencio del estado de alarma.
Chinos o sevillanos, el estar encerrados tantos días es un reclamo para uno mismo. El silencio puede ser un compañeros para que tornes a la paz. Le decía a una amiga del alma hace poco que la paz que extendemos es, como ocurre con el amor, algo que no mengua. Ocurre a la inversa: cuanto más das, más tienes. Al menos, tienes sitio en mi corazón para compartir.

Idea fuente: pre-confinamiento
Música que escucho: How Am I Suppposed to Live Without You, Michael Bolton (1989)
José Ángel Domínguez Calatayud
2 respuestas a Alarma: el último chocolate en Sevilla