En 1973 se estrenó la película Live and let die (Vive y deja morir), de la saga 007, dirigida por Guy Hamilton, en la que James Bond (Roger Moore) se enfrenta a una banda de la droga capitaneada por Kananga/Mr. Big (Yaphet Kotto).

En las películas de agentes secretos los protagonistas se enfrentan a opciones y dilemas. Tener opciones es un síntoma de libertad, cuando permanecen varias abiertas. En los dilemas la elección es restrictiva: tomada un opción, las demás desaparecen. Ocurre mucho en los juegos: si te descartas no recuperas el descarte. Eso es un aliciente y un grifo de la adrenalina para involucrarse en la partida.
La ficción de películas como las de James Bond puede situar al protagonista, y de hecho lo sitúa, al borde de un trágico final. Normalmente el guionista (aquí Tom Mankiewicz) tiene todos los recursos para que 007 nunca adopte fatalmente una elección equivocada y, así, pueda acabar con el malo y largarse con la chica. Es desde luego esta una manera de salvar al prota, que da muchos recursos… económicos para los productores. La aventura ha tenido larga vida con distintos actores, seis en el papel principal, en un total de 24 películas.
“Deja morir” es parte del dilema, sin más recursos, en el que se encontrarán enseguida los médicos de las UCI cuando la pandemia les lleve a recibir más enfermos de los que salen.
En esos momentos tienen que decidir no sólo quien entra en UCI sino quien tendrá prioridad. Ese será el triaje, término que oiremos cada vez más y que significa “prioridad en la elección”, o sea, dilema. La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC), ha elaborado unas “Recomendaciones éticas para tomar decisiones en la situación excepcional de crisis por pandemia Covid-19 en las UCI”.
Establece el documento (página 8) cuatro prioridades para ingresar en unidades de cuidados intensivos. A término también es un descarte, un dejar morir, en función de la eficacia sanitaria y de la probabilidad de supervivencia del paciente: esto es “medicina de catástrofe”. O de guerra. Hay que optar. Y en los dilemas elegir es renunciar. Imposible todos a la vez. Aquí no rige el eslogan “nadie se quede atrás”.
El citado documento establece cuatro prioridades; la cuarta excluye, entre otros, a “pacientes cuya enfermedad terminal e irreversible hace inminente la muerte” No se les ingresará en la UCI. Sólo medicina paliativa.
La evaluación moral no es fácil y estar en la piel del intensivista abruma. No puedo ni imaginarme su stress.

Acaso nos haya pasado a Occidente lo que a Kananga/Mr. Big, malo de la película citada de James Bond. Éste, en la pelea final, le mete en la boca una bala de aire comprimido que lo hincha hasta hacerle explotar.
Cuando Solitaire (Jane Seymour) pregunta a James Bond: “¿Dónde está Kananga?” éste, con su flemático humor, le responde:
-. Siempre tuvo una opinión inflada de sí mismo.
Por nuestra parte desearíamos tener el corazón grande como la aspiración del escudo de armas de Bond – “Orbis non sufficit” – y acoger a todos en una plegaria.
Idea fuente: la vida y los dilemas morales
Música escucho: Live and Let Die, Paul McCartney (1973), tema de la película del mismo nombre
José Ángel Domínguez Calatayud
2 respuestas a Dejar morir