Me acordé de ti el sábado. Mi amigo ingeniero me habló de que se trabaja para que los álabes de los aerogeneradores tengan los bordes dentados. Ahora vemos a esos gigantes – molinos de kilovatios, no de trigo – con sus tres bellas palas girando al viento como un quijotesco ejército que amenazara con rayos a las nubes, a las aves… acaso a los humanos. Y el giro de esos álabes emiten un ruido constante, con mínimas fluctuaciones, que bajo el aerogenerador, es de unos 70 dBA. Con un borde dentado de la pala se conseguirá menos ruido todavía y más eficiencia.

Y por eso me acordé de ti. Trabajar mucho y sin que se note es como tu divisa.
No lo digo por hoy que, sin hablarlo con nadie, te has plantado en casa de tu hermana para echarle una mano con sus pequeños. Lo digo, amiga del alma, porque pude estar contigo una temporada y te contemplé admirado metida a fondo en aquel trabajo que te gustaba, es verdad, pero en el que ponías la eficiencia de tu cabeza en la elección del buen producto y silenciabas dulcemente con tu sonrisa dentada cualquier ruido de desencuentro.
Me acordé de ti esta mañana, cuando en apenas dos días la gente se pone nerviosa, frunce el ceño y ve infinitos problemas en la contrariedad del encierro. Los ratos de vida que pude vivir cerca de ti tiñeron mi memoria de alegrías divertidas: nos saltamos algún prejuicio y sobre todo tú le dabas la vuelta a las restricciones con soluciones imaginativas.
Fue un privilegio verte eficaz, generosa hasta silenciar lo que te costaba, con tal de hacer feliz al otro: un pequeño regalo, un mensaje en clave de aliento te bastaban para hacer sonreír y olvidar el dolor ¿Qué dolor? ¿Qué daño?
Pasar una tarde con niños de otro es de esas pequeños pasos para uno, pero gran paso para la familia que recibe la ayuda. El mundo se engrasa con esas acciones, como otras tantas que están emergiendo cuando la vida nos ha cambiado a todos. No queremos cambiar nuestro nido de confort. Eso es la inercia: resistencia al cambio. Nos hace chirriar por dentro, como a las palas de aerogenerador.
Y como sabemos que eso es lo que toca es cuestión de hacer como tú, amiga del alma: presentar a los malos vientos lo mejor de nuestros bordes dentados de amabilidad y alegría.

Ahora, me acordaré más de ti. Y aún con mayor fuerza si llegan momentos más difíciles. Hay sonrisas y brazos que no se olvidan: son fuego para encender el corazón.
Idea fuente: silencio y trabajo eficaz: una propuesta eólica
Música que escucho: Windmills of Your Mind, Alyson Moyet (2004)
José Ángel Domínguez Calatayud