Una Feria interior

A las 12 de la noche del sábado, con la “Prueba del Alumbrao”, tenía que inaugurarse la Feria de Sevilla. Pero un virus malaje que se las da de aristócrata, “corona” se hace llamar, nos ha dejado sin la feria de Los Remedios. Bueno, pues que ahora nada nos asuste, mi alma, y hacemos por nuestra cuenta la prueba del alumbrao de la Feria de nuestro interior.

2020 no es así

Porque es esta una fiesta de la alegría, de encender amores y apagar penas. Suena la rumba, suena la sevillana que con sus cuatro partes sugiere sueños, anhelos y conquistas. Y mientras suenen dentro de nosotros las brisas de abril, no necesitamos farolillos y bombillas.

Somos gente del Sur, gente que ha pasado las penas por el tamiz de la alegría y de “al mal tiempo, buena cara”. Tiene algo de nueva aventura todo esto que nos pasa. Estaba el otro día con un joven que acaba de sufrir una enfermedad muy grave. Y me decía:

.- Esto es muy sencillo: tienes dos formas de pasarlo: o te dices que todo va mal o te lo tomas con espíritu deportivo. Entre la amargura y llevarlo bien yo elegí lo segundo. Total, vas a tener que manejar esto, me dije, así que tu decides: y decidí echarle toda la fuerza de mi ánimo. Porque sino “Algo se muere en el alma/cuando un amigo se va”.

La presencia del coronavirus en las fechas de la Feria, no va a terminar con la alegría, con la amistad y, permítaseme, con las ganas de soñar de estas fechas. ”Sueña la margarita con ser romero”.

Ya hay familias que ha montado su “caseta” en alguna habitación. Y ya suenan sevillanas después de los aplausos de las ocho de la tarde. Eso, pienso yo, no quita respeto por los muertos ni por enfermos  de la pandemia. “A ese lirio peregrino que no lo pisen los bueyes”.

No es sólo que la vida sigue, ni que hay que tirar pa’lante. Es más bien otro modo de combatir a la enfermedad en el dolor que más duele, el anímico. Tenemos corazón y alma que no admiten cirugía, pero sí el coraje, sí la música, sí el valor de un baile por sevillanas y un recuerdo de estremecimiento antiguos. “La historia de una amapola que escapó de entre los pinos”.

Respetamos el confinamiento; ni montamos la caseta, ni nos metemos en bullas de gente festiva, pero sí acunamos la tradición en una sevillana que llora lenta en una revuelta del alma. Es primavera, es tiempo de llevar la alegría en la cara y los sones en los sentidos. Y cantar, contar y compartir para espantar el mal fario. “Al bailar por sevillanas/ se me olvida que he sufrío”.

expresión de una sensibilidad

Sí, quedan por el camino la penas, la sangre de la heridas, las angustias por el futuro, pero crece en nosotros el gozo del reencuentro, una tibia caricia de aire cerca de donde nos vimos una última vez en un fuego, en una noche, en una estrella rociera. “Inmensidades verdes,  los pinos/ y quebrando el silencio, los trinos”.

Idea fuente: ¿Feria? la de dentro para regalar alegría a los demás

Música que escucho: Tiempo detente, Los Romeros de la Puebla (2010)

José Ángel Domínguez Calatayud

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